lunes, 12 de enero de 2015

¿LIBERTAD DE EXPRESIÓN?

Hoy es el día en el que nos toca a todos defender la libertad de expresión. Así que hacemos como que acabamos de llegar al planeta, nos envalentonamos y empezamos a lanzar soflamas como si no hubiera un mañana, ni un ayer. Es como si la parte de nuestro cerebro que preserva nuestras buenas intenciones se pusiese a trabajar ignorando la existencia del otro lado que, aunque se esfuerce, no puede ocultar nuestros actos.
Nos encontramos por ejemplo, a un Gobierno que con el hemisferio cerebral izquierdo defiende la libertad y con el derecho crea una "ley mordaza" para impedir que "libremente" los ciudadanos protesten contra él. Periódicos que sacan portadas de la revista atacada caricaturizando a Mahoma, olvidando que pedirían el secuestro y la censura de dicha publicación si la ridiculizada fuera la Virgen o incluso el Rey.
"La libertad de expresión debe prevalecer por encima de todo", decimos mientras insultamos a Willy Toledo por decir cosas que ni siquiera ha llegado a insinuar. "Somos libres", exclamamos, ¿pero lo somos también para insultar, para difamar, para ondear banderas prohibidas, para expresar el odio al diferente...? ¿Debemos respetar al que ondea banderas preconstitucionales o nazis en los campos de fútbol?
Si nuestro hemisferio izquierdo funcionase como el del Gobierno o el de el diario La Razón en días como hoy, la respuesta debería ser sí y, sin embargo, debe haber algo oscuro, algo inexplicable al otro lado de la sesera que nos suele impedir dar una respuesta rotunda a estas preguntas. Para algunos es muy sencillo, sí, la libertad de expresión está por encima de todo cuando me conviene a mí que lo esté y si me difamas o me llevas la contraria lo arreglamos con unas cuantas leyes y los Tribunales. Para otros es más fácil todavía, lo de la libertad de expresión lo arreglamos a hostias o a tiros y el que quede de pie es el que tiene toda la razón.
El resto no deberíamos confundir al adversario. Tener libertad para expresarse no debería servir de coartada para dar rienda suelta al desenfreno. El enemigo no es la religión, ni la política, ni el fútbol, ni el patio de vecinos,... sino la intolerancia y ésta, está presente en todos los aspectos de la vida, incluso en nosotros mismos. Las armas para combatirla no las fabrican las empresas bélicas y los aliados en la lucha no son los defensores del insaciable capitalismo neoliberal (pero eso es otra historia). La intolerancia se ataca con indiferencia, con sentido del humor, con diálogo, con respeto, con ética, sin ira, sin odio, sin maldad, sin ánimo de venganza... ese debería ser, a fin de cuentas, el único límite a la libertad de expresión, la EDUCACIÓN.

viernes, 12 de diciembre de 2014

LA CRISIS ES HISTORIA

     Es posible que usted sea uno de los beneficiarios de las políticas económicas de nuestro Gobierno. Tal vez haya conseguido su ansiado trabajo, gracias al ingente esfuerzo intelectual de los ideólogos de la última reforma laboral y se esfuerce por mantenerlo día a día. Tal vez no sea el trabajo de su vida, quizá no sea la persona mejor remunerada del mundo, puede que su jefe sea un inepto que trate de hacer suyos sus logros (de usted) en el desempeño de sus tareas e intente afearle sus equivocaciones con el fin de tenerle en un estado de amenaza y estrés constante (mejor, así se mantiene alerta). Sí, usted siente que la correa a la que está atado cada día es más corta y que el collar que rodea su cuello cada día aprieta más. ¡Pero sabe que es afortunado...!

     Usted le da tres comidas al día a sus hijos y puede, con o sin ayuda, comprarles los libros de texto y la ropa, incluso algún que otro regalo en las fechas señaladas. Es consciente de que su sueldo ha ido menguando en los últimos años pero todavía puede pagar las subidas de la electricidad y el gas, y hace frente al IVA nuestro de cada día con más o menos solvencia. Ya no llena el depósito del coche pero siempre le sobran un par de billetes pequeños para el combustible. Nunca se ha visto obligado a ir a trabajar a pie, ¡a Dios gracias!

     Usted no se quiere poner catastrofista, aunque tiene conocidos (cada vez más) que todavía no disfrutan de su grandísima fortuna, todo se andará. Gente que sella la cartilla cuando toca y recibe una contraprestación estatal que para eso está el Estado, piensa usted, para ayudar al que no tiene o no puede. El Estado y su generosidad, claro, porque una vez al mes, cuando se puede, se baja al bar y se toma un par de cervezas, todavía no entiende como podía ser capaz antes de estar todo el día en la taberna bebiendo sin hacer nada productivo. Ahora solo un par, no se puede más, y para casa, es lo que ganamos en salud, le dice a Pepe que no tiene ni para la caña. Usted invita a su amigo Pepe y le anima a que siga buscando, sabe que en cualquier momento encontrará algo tan bueno como lo que usted tiene. Tantos años sin encontrar... aunque sea por estadística... ¡Pepe, hombre, pero tú también tendrás que poner de tu parte, no todos los días encontrarás quién te pague las cañas!

     Para el mes, toca cine o cena con Manuela, ¡bendita mujer! Ella también se merece de vez en cuando salir de casa, la pobre, todo el día entre tareas domésticas y colas interminables de la seguridad social, que su mamá está un poco pachucha últimamente. Pero madre no hay más que una, si hay que estirarse un poco para medicamentos se estira y si hay que hacer colas en el médico se hacen, menos mal que de vez en cuando le sobra algo para ir a la "pelu" a ponerse guapa, ¡qué la "Manu" es toda abnegación y todo se lo merece!

     Piensa de nuevo en Pepe, justo antes de irse a dormir, que mañana hay que madrugar para levantar el país, y en otros tanto como Pepe a los que usted conoce y a los que no ha podido invitar esta vez, y sonríe. Sonríe porque usted, como todo el mundo con dos dedos de frente, sabe que esto se acaba, que lo ha dicho el Presidente y él maneja información que no todos manejamos. Que los mercados están calmados, que confían en nosotros, que vamos a pagar a la Merkel y va a haber trabajo para todos porque la crisis es historia del pasado.

    

miércoles, 3 de diciembre de 2014

HUELLAS INDELEBLES

Hay hechos, actitudes, expresiones... que determinan nuestra imagen (pública) y que no se pueden borrar del disco duro colectivo por mucho esfuerzo que empeñes en ello.

Es alabable la decisión de Alerta Digital de retirar su asqueroso artículo, publicado hace unos días al hilo del atraco perpetrado en Vigo, en el que se menosprecia el trabajo de las policías y en el que se insinúa (o se dice abiertamente)  que el asesinato de la agente es consecuencia de su incapacidad como mujer; pero la rectificación no enmascara el tufo que deja esa publicación a machismo rancio y lesivo en nuestras pituitarias.

Se necesita mucho más que un bolígrafo con goma de "emborronar" en el extremo o un experto en internet para eliminar esa huella digital de nuestra percepción. Pedir disculpas no indica que hayan recapacitado y comiencen a creer ahora en la igualdad de género pero sí que sus lectores en particular y la sociedad en general empiezan a no consentir que nadie saque tajada con este tipo de crónicas que denigran a las mujeres. Y eso es una buena noticia.

Como buena noticia nos han querido vender el encarcelamiento del padre de Andreíta Fabra. El otro Fabra, sobre el que de momento no pesan sospechas de delito ni de parentesco con el condenado, se congratula del desenlace y alaba el buen funcionamiento de la justicia. De lo que no opina es de su lentitud.

Once años en resolver un caso en el que el imputado, sospechoso de todos los abusos políticos clasificables, es condenado por irregularidades fiscales como si de un "Capone" cualquiera estuviésemos hablando. ¿La justicia funciona? Pues mire usted, a veces sí, pero al ralentí como el Ferrari de Alonso y no gracias al partido al que representa el Presidente de la Comunidad Valenciana, ni a sus respectivos Gobiernos aunque insistan en vendernos este encarcelamiento como uno de sus grandes éxitos de gasolinera.

 Y no funciona gracias a ellos, entre otras cosas, porque sus leyes son como las puertas de los slaloms en el esquí alpino, imposibles de sortear si no has visto la nieve en tu vida pero que no representan el más mínimo obstáculo para el esquiador profesional, que sólo se engancha en ellas cuando quiere sortearlas a más velocidad de la aconsejable por las leyes de la física o, simplemente, cuando tiene un despiste solo explicable desde el punto de vista del exceso de confianza o de la falta de concentración.

No funciona porque los medios de los que disponen los encargados de perseguir a los que se las saltan son, a simple vista, insuficientes. ¿Enhorabuena? Nos venden como premio gordo lo que no deja de ser una pedrea.  El gordo, al que le toca repetidas veces es al reo. A nosotros nos han dejado el premio de consolación que nos permite seguir jugando sin volver a desembolsar y apacigua nuestra impresión de vivir en una tomadura de pelo constante.

Esta Justicia, tan celebrada por Alberto Fabra, es un estamento al que no le queda más remedio que aceptar como cierto, contra las leyes de la probabilidad y ante nuestra perplejidad, que a un Presidente de Diputación Provincial le toque la lotería nueve veces porque es imposible demostrar de qué otra forma se habrá podido enriquecer.

En cualquier caso y aunque sea otra vez con la boca pequeña, nos felicitamos de nuevo (dos veces en un artículo, ¡wow!) porque nunca creímos que el abuelito del aeropuerto fantasma y las estatuas "megalómanas" tuviera, algún día, que preocuparse por cosas tan de pobres (que no tienen ni para esquíes) como esperar con impaciencia el momento del paseo por el patio, la falta de intimidad a la hora de hacer de vientre o el "dónde habré dejado la "famosa" pastilla de jabón". Por lo tanto, queremos dar desde aquí la enhorabuena a la inefable Andreíta y le devolvemos el "que se jodan" que en su día almacenamos y que todo este asunto nos ha hecho rescatar de nuestra memoria donde se hallaba codificado como símbolo de su huella indeleble.

sábado, 8 de noviembre de 2014

A MÍ SÍ ME INTERESA LA VIDA PRIVADA DEL SEÑOR MONAGO

     Por supuesto que me interesa la vida privada del señor Monago. Si fuese negro o chapero, por ejemplo, sería otro cantar. Si fuese hija adolescente de un albañil divorciado y  parado de larga duración, se quedase preñada en un desliz provocado por uno de esos ataques febriles y descontrolados de hormonas que disparan las libidos sin saber por qué y se viese abocada a tomar la decisión de abortar para no destrozar dos (o más) vidas que todavía no han empezado a asentarse en este incierto mundo, no tendría nada que juzgar.
 
     Si tuviese un hijo que decide presentarse a concursos estúpidos cuyo objetivo es defender a ultranza el orgullo (siempre vanidoso y difícilmente "abogable") a costa de perder la dignidad, ni me preocuparía. Simplemente cambiaría de canal o apagaría la televisión.
 
     Le invitaría a una copa si lo encontrase en una barra de bar de madrugada bebiéndose, fumándose (y que más da si, tal vez esnifándose) hasta el último euro de su ridícula paga de pensionista para tratar de evadirse de un realidad (¡qué importa cual!) que ya no puede soportar más.
 
     Inmigrante ilegal o empapelado, puta, comercial, futbolista, corredor de bolsa, "rockero", homosexual,  o incluso folclórica despechada. A los "progres", por naturaleza, no nos interesan los líos privados de nadie porque vamos a lo nuestro y pasamos por la vida como volcanes inactivos aparentemente inofensivos... hasta que entramos en erupción, claro.
 
     Y en esto que llega el señor Monago que vive y bebe (y viaja) patrocinado por un partido de gente que siempre esta removiendo el magma con sus doctrinas y su falsa moral, predicando lo que está mal y lo que deja de estar bien y todo empieza a coger temperatura. La lava de los prejuicios que profesan hacía los que no cumplen sus criterios de homogeneidad social, se mezcla con las cenizas de su doble moral y los gases (fétidos) de su hipocresía y todo estalla irremediablemente.
 
     Por tanto, a estas alturas en las que todo es actividad provocada dentro de este cráter que siempre aspiró a mantenerse sereno y en calma con respecto a los quehaceres íntimos del personal ajeno, por supuesto que me interesa que un señor que pertenece a un grupo que no consiente infidelidades del prójimo, cumpla penitencia por sus propias deshonras.
    

viernes, 10 de octubre de 2014

SOBRE EXCALIBUR

Excalibur no era sólo un ser vivo que hacía su vida sin juzgar a los demás, lo que le convierte en mejor persona que la mayoría de nosotros, era también un símbolo de la lucha inquebrantable contra la injusticia perpetua que sufren los débiles. Y su muerte, lejos de ser simplemente la ejecución gratuita de un animal indefenso, ha supuesto toda una declaración de intenciones (porque Excalibur podría no estar infectado, y eso supondría volver a tiempos inquisitoriales en los que quemábamos "brujas" por si acaso, pero podría haberlo estado, con lo que hemos perdido una oportunidad de investigación).
Su muerte ha sido la declaración de intenciones de un país instalado en el miedo, la ignorancia y el gañanismo "pre-democrático", que solo enfrenta los problemas cuando los encuentra en el quicio de su puerta y que ante ellos se ciega y trata de solucionarlos de la manera más cómoda, contundente e irracional en lugar de ver en ellos una oportunidad de aprendizaje, una posibilidad de evolución.
Con Excalibur ha muerto, por ejemplo, la esperanza de muchos investigadores patrios (su ejecución tiene mucho de patriótica, ¿no?). Ahora ya pueden estar seguros de que este país aunque los haya visto nacer no es su país, no espera nada de ellos y nada tiene que ofrecerles. Los que están fuera no volverán y los que se preparan tendrán que seguir estudiando idiomas porque en España no hay sitio para ellos. No hay medios ni ganas. No hay medios porque el presupuesto para investigación se dedica a otras cosas (tan o mucho menos importantes) o directamente se lo beben y se lo fuman los que debieran utilizarlo en beneficio de todos. Y no hay ganas porque es mucho más fácil acabar con los problemas a palos, porque todos sabemos que si amenazas a un virus de muerte los demás se asustan y se quedan en África acojonados. En África, matando "negritos" pringaos, que es donde deben estar los virus. Porque aquí sigue valiendo la famosa frase de Unamuno "¡Qué investiguen ellos!" por mucho que haya llovido.
Y una vez muerto el perro, para que se acabe la rabia solo queda insultar y criticar a quien lo defendió porque es evidente que quien está dispuesto a luchar por la vida de un perro es un ser egoísta y vago que no tiene otra cosa que hacer y que odia al resto de la humanidad y está dispuesto a sacrificarla con tal de que no le toquen un pelo a un chucho de mierda. Quien defiende a un perro no es sensible al resto de problemas de la sociedad y nunca ha participado en protestas o acciones de cualquier otro tipo con el objetivo de conseguir más derechos sociales (o últimamente de evitar que nos esquilmen los pocos que nos quedan) para todos y en defensa de todos (sí, de todos, incluidos los que les critican aunque digan que "no necesitan" ser defendidos). Sin embargo, el que ve razonable su ejecución lo hace por proteger a los demás. Como si matando a un perro fueran a evitar que el ébola se siga propagando. Como si esa ejecución supusiese la erradicación del virus. El virus está ahí, lleva muchos años ahí aunque las aldeas perdidas de Gabón parezcan estar ubicadas en otra Galaxia y va a seguir estando a no ser que se inviertan recursos públicos en su investigación porque los privados no están destinados a erradicar enfermedades sino a hacer caja con ellas. Pero siempre hay una excusa, una causa de fuerza mayor para no evolucionar. Y así con todo, y así nos va a seguir yendo.

domingo, 22 de junio de 2014

PROBLEMAS DE FLUIDEZ ECONOMICA

Ayer, mientras tomaba café en una terraza, fui testigo de una descapitalización incidental, poco severa por fortuna, pero descapitalización al fin y al cabo. El caso es que una señora que paseaba confiada perdió un euro cuando procedió a sacarse un pañuelo del bolsillo. La mujer iba rápido y yo anduve lento de reflejos por lo que no pude avisarla y se alejó ignorando su empobrecimiento fortuito.

La moneda permaneció inmóvil en la acera, confiando en su valor. Inmediatamente recordó el acontecimiento vivido por una compañera de dos céntimos que fue ninguneada durante más de tres días a las puertas de una sucursal bancaria; ignorada, despreciada e incluso pisoteada por los cientos de clientes que desfilaron por el lugar. Pero sabía que ella no correría la misma suerte. Se lo tomó con calma y se dispuso a disfrutar de la brisilla veraniega a la espera de ser recogida y depositada en un nuevo y cálido bolsillo.

Y la gente comenzó a pasar. Es cierto que no era la mejor hora ni el lugar más concurrido del mundo pero no lo es menos que andamos muy despistados. Paseamos por la calle pensando en nuestras cosas y en las que no son nuestras y, a medida que vamos haciéndolo, nos vamos despistando más. Confundimos formas de Gobierno con modelos de Estado, ondeamos ikurriñas en los bolos de Cataluña, damos buenas noticias parapetados tras un plasma, creemos que trabajar es tan importante que estamos dispuestos a pagar por ello, olvidamos el paracaídas cuando nos precipitamos al vacío, creemos que los príncipes se convierten en reyes en lugar de en ranas, pensamos que el fútbol es un deporte en el que siempre gana España, decimos que la policía está para defender al ciudadano, consideramos que el fraude es incompatible con la elegancia...andamos.... pero andamos muy, muy despistados y los despistes traen consigo consecuencias.

Suerte tuvo la gente que pensando en éstas o en otras diatribas no pisaron una boñiga de perro (espero) que también se había parado a tomar el sol por el lugar durante la media hora que transcurrió entre que la mujer perdió su moneda y otra algo más joven y mucho más atenta la recogió justo en el momento en que el euro comenzaba a quedarse traspuesto, fantaseando con ser un billete de cinco, de cien, ¡qué diablos! ¿por qué no de quinientos? y hacer un viaje a los Alpes o a dar de comer, furtivamente, a los monos de Gibraltar.



viernes, 23 de mayo de 2014

APARIENCIAS



Hoy vi a un tipo paseando por O Calvario. Tenía unos 45 años, aspecto bohemio, de esos de postal, con gorra de maquinista de tren del siglo XIX, pantalones vaqueros de marca y chupa de cuero, todo más gastado por moda que envejecido por el tiempo. Nada verdaderamente ostentoso pero tampoco lo suficiente andrajoso como para pensar que el hombre estuviera pasando un mal momento.

   El fulano se estaba tomando la mañana con tranquilidad. Saludó al punkie de la flauta, se paraba en los escaparates de zapatos de señora, jugueteó con los perros de los vecinos... y cuando se apuró el Ducados negro, entró en el Froiz de la parte alta del barrio a pillarse un par de latas de cerveza holandesa caliente y se sentó en un banco de la calle a degustar el exquisito néctar.

   No pasaron dos minutos cuando dos señoras mayores se percataron de su presencia y empezaron a cuchichear (supongo que sobre el tipo, aunque vaya usted a saber con la de temas que hay hoy en día). De repente, decididas, se dirigen hacia el "banquero" (¿o será más apropiado denominar "bancado" a los eventuales usuarios de los bancos?), le saludan y le dan un par de euros cada una.

- ¿Señoras, qué están haciendo?, - les dice el hombre entre sorprendido e indignado.

- Ah!, pero ¿no está usted pidiendo limosna?, - contesta la más lanzada acercándose confundida para comprobar que, efectivamente, tal y como sospechaba su amiga, esas manchas que el hombre parecía llevar en la cara no eran más que el efecto de la visera sobre su piel, ya de por sí morena.

- No señoras, no. Estoy descansando y disfrutando de la mañana, - les respondió sonriente.