sábado, 16 de julio de 2011

EL PROTOCOLO Y LO ABSURDO

Nolito trabaja como auxiliar de aparcamiento en un gran empresa, de esas que tienen cientos de empleados, grandes departamentos jerárquicamente estructurados y numerosas sedes distribuidas por toda la geografía del país. Tiene cerca de cincuenta y lleva más de diez años deseando buen día a clientes y empleados con esa voz estridente y altisonante amplificada por el eco del sótano que ya forma parte de la idiosincrasia del edificio. Nolito se considera un hombre de empresa y por eso combina con maestría la realización de las tareas propias del puesto que le fue encomendado con otras totalmente voluntarias que complementan a las primeras y que a su juicio sirven para dar un servicio de mayor calidad que contribuya a mejorar la imagen de la entidad y ya de paso la suya propia, porque Nolito tiene aspiraciones. Solo así se entiende que Nolito decida añadir a la camisa de manga corta correspondiente a la uniformidad de verano proporcionada por la empresa, la corbata chillona que en invierno queda tapada por el jersey oscuro y que ahora le otorga un aspecto tragicómico acrecentado por sus modos de pretenciosa solemnidad.
Juan Antonio es un alto directivo de la gran empresa donde trabaja Nolito. A pesar de su alto cargo y sus grandes responsabilidades, es una persona muy humana. Trata a Nolito como uno más como lo demuestra el hecho de corresponder su saludo con otro de aproximadamente las mismas características a caballo entre la seriedad y la cordialidad. Nolito se siente halagado cada vez que Juan antonio... bueno Juan Antonio... o cualquier otro le devuelve el saludo y le pregunta por la familia o por la vida aunque a veces llegue el ascensor sin darle tiempo a contar.

Cuando Juan Antonio...bueno... Juan Antonio o cualquier otro alto cargo termina su jornada, da aviso desde el despacho a su chófer y éste deja el coche en marcha al lado de la salida, Nolito corre presuroso dejando lo que esté haciendo, por muy importante que sea y se acerca al vehículo para abrirle la puerta cuando sale del ascensor. "Buenas tardes, sr Juan Antonio" saluda con una ridícula semirreverencia que hace campanillear la fluorescente corbata poniendo en evidencia el error de vestuario. Juan Antonio sonrie condescendiente como si estuviese a punto de devolver el saludo de palabra y la complacencia se lo impidiese en el último segundo, se mete en el auto y se va.

Se rumorea que las cosas van mal. La maldita crisis que azota al primer mundo neoliberalizado es la culpable. no se han cumplido los objetivos este año y en la gran empresa todos saben que ésto tendrá consecuencias. Nolito a pesar de no moverse del sótano, sabe lo que pasa en cada una de las plantas y en todos los departamentos. Son muchos años y los conoce a todos. Sabe que están nerviosos y a medida que pasa los días se va confirmando la posibilidad sospechada a priori. Los grandes directivos están sopesando seriamente la posibilidad de hacer un ERE que puede afectar a la mitad de la plantilla. Cunde el desasosiego en todos los empleados cuando la posibilidad se transforma en realidad inminente.

Nolito está apenado porque es compañero de muchos de los que se van a ir al paro pero ni un solo día se preocupó, ni temió por su empleo. Él lleva muchos años aquí y sabe que cualquier persona es prescindible. se puede seguir con un contable menos, con un abogado menos, con menos administrativos, limpiadores e incluso directivos pero Nolito sabe que no se puede prescindir del aparcacoches que abre la puerta al directivo haciéndole una reverencia.