viernes, 23 de mayo de 2014

APARIENCIAS



Hoy vi a un tipo paseando por O Calvario. Tenía unos 45 años, aspecto bohemio, de esos de postal, con gorra de maquinista de tren del siglo XIX, pantalones vaqueros de marca y chupa de cuero, todo más gastado por moda que envejecido por el tiempo. Nada verdaderamente ostentoso pero tampoco lo suficiente andrajoso como para pensar que el hombre estuviera pasando un mal momento.

   El fulano se estaba tomando la mañana con tranquilidad. Saludó al punkie de la flauta, se paraba en los escaparates de zapatos de señora, jugueteó con los perros de los vecinos... y cuando se apuró el Ducados negro, entró en el Froiz de la parte alta del barrio a pillarse un par de latas de cerveza holandesa caliente y se sentó en un banco de la calle a degustar el exquisito néctar.

   No pasaron dos minutos cuando dos señoras mayores se percataron de su presencia y empezaron a cuchichear (supongo que sobre el tipo, aunque vaya usted a saber con la de temas que hay hoy en día). De repente, decididas, se dirigen hacia el "banquero" (¿o será más apropiado denominar "bancado" a los eventuales usuarios de los bancos?), le saludan y le dan un par de euros cada una.

- ¿Señoras, qué están haciendo?, - les dice el hombre entre sorprendido e indignado.

- Ah!, pero ¿no está usted pidiendo limosna?, - contesta la más lanzada acercándose confundida para comprobar que, efectivamente, tal y como sospechaba su amiga, esas manchas que el hombre parecía llevar en la cara no eran más que el efecto de la visera sobre su piel, ya de por sí morena.

- No señoras, no. Estoy descansando y disfrutando de la mañana, - les respondió sonriente.