miércoles, 4 de diciembre de 2013

PISA

     Una vez analizados concienzudamente los datos publicados por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte relativos al informe PISA 2012 llevado a cabo por la OCDE cabe destacar una contundente conclusión que parece haber escapado a los cientos de sesudos políticos, analistas, educadores, etc, implicados en el debate: La calidad de la enseñanza guarda una inequívoca y férrea relación directa con el consumo de arroz. Es decir, (por si no quedara la idea suficientemente iluminada) cuanto más cereal ingieren nuestros pequeños evaluados, mejores resultados académicos demuestran. 

     Ustedes podrán pensar de uno que, como mínimo, es aventurado expresar esa deducción de manera tan tajante, o que es una reducción al absurdo basada en un tópico infecto, o que sustraigo del informe solo los datos que me interesan por algún motivo oscuro (usted puede estar pensando que soy distribuidor de arroz o que poseo varias hectáreas en alguna albufera), o que no hago más que decir chorradas que desvelan mis filias o mis fobias a nivel político y ponen al descubierto mi plumero, o etc... Pero lo cierto es que los países orientales son los que mejores resultados arrojan y sus hábitos de consumo son los que son, así que harían bien en considerar este sesgo descriptivo tan ridículamente válido, o tan "concluyentemente" falaz como cualquier otro que puedan leer o escuchar estos días al hilo del citado informe.

     En el territorio nacional, llama la atención que la mayoría de las Comunidades Autónomas han ampliado este año el censo muestral confiando, con buen criterio, en el alto nivel de nuestros jóvenes. Entre las que se han decidido por no hacerlo destacan la Comunidad Canaria y las Ciudades Autónomas de Ceuta y Melilla. Desconocemos el motivo y el agente de tal decisión, ¿acaso alguien en el Ministerio puede llegar a pensar, contradiciendo la opinión de la ministra Ana Mato (que afirmó que los niños andaluces eran analfabetos), que la media de los niños de estas regiones es inferior al analfabetismo? ¿Se habrán hundido en las aguas del proceloso Océano los examinadores que llevaban las pruebas a las Islas Afortunadas? ( afortunadas según para qué, en cuanto a educación, no parece que la fortuna les sonría demasiado, no). ¿Estarán estos mismos funcionarios de la OCDE enganchandos y desangrados en las pasivas e inocentes concertinas que defienden las Ciudades Autónomas? Todo un misterio.

     Volviendo a los primeros puestos de la clasificación a nivel mundial conviene, ante todo, dejar a un lado las lógicas envidias provocadas por ese sano sentimiento endogámico del que todo buen ciudadano patrio que se precie debe hacer alarde, y dar la enhorabuena a las colonias agraciadas. En nuestros próximos viajes a Sanghai, Hong-kong, Singapur o incluso Taipei no debemos dejar pasar la oportunidad de acercarnos a cualquier factoría insalubre de la parte menos noble y desarrollada de la ciudad, esperar a que acaben su maratoniana jornada laboral y mantener una cálida y edificante conversación sobre la influencia de la nouvelle vague en la literatura sudamericana o las nuevas aplicaciones de la termodinámica en el desarrollo industrial (por poner ejemplos sencillos) con cualquiera de los pequeños que, sonrientes y excelentemente educados nos ilustrarán amablemente aún cuando sus estómagos semivacíos y sus organismos extenuados les pidan insistentemente atender a las obligaciones primarias antes que a las de la autorrealización; ellos son así.

     No es de extrañar, a la vista de los resultados, que el ministro Wert proclame con entusiasmo que en el próximo informe nuestros jóvenes se acercarán al rendimiento de los primeros clasificados. Y todo ello no solo gracias a la reforma educativa de la LOMCE. También contribuirá decisivamente a mejorar estos datos la (injustamente denostada por la progresía y la mano de obra rebelde) reforma laboral. El objetivo es que en unos años, cuando los pensionistas que mantienen a sus familias vayan decidiendo que ya es hora de dejar este (cruel) mundo cruel, los miembros menos maleados de las mismas tomen las riendas, se pongan la vida por montera y decidan sustituir los videojuegos, los balones y las muñecas por herramientas más adecuadas a los tiempos como soldadores, máquinas de coser o fresadoras. Tal vez, con un poco de iniciativa, decidan explorar otros nichos de rendimiento económico poco explotados hasta la fecha (a causa de nuestro pésimo afán emprendedor) y podamos eliminar gran parte de la delincuencia migratoria que nos asola. Lo ideal sería sustituir a las sucias meretrices y chaperos clandestinos y foráneos por una regulada prostitución infantil autóctona, mucho más sana y limpia y donde los (y las) pequeñas sean capaces de satisfacer los instintos básicos de los más necesitados y, a la vez, instruirles, recitándoles las obras completas de Bécquer o exponiendo su teoría acerca del descubrimiento del trigésimo quinto decimal del número Pi. ¡Ojalá!, nada me alegraría más que "Wert" al ministro contento, con lo mal que lo está pasando sin merecerlo el pobre.

    En definitiva, y a pesar de los aparentes malos resultados del actual informe, uno no puede dejar de mostrarse optimista de cara a las próximas convocatorias de la OCDE. Dando un nuevo repaso somero (prometo leer algún día las ciento setenta páginas del informe) se puede concluir con pesar que los resultados actuales podrían haber sido infinitamente mejores de no ser por la impericia de los responsables del ministerio a la hora de elegir a los sujetos de la muestra; por lo que en el futuro, con todo lo expuesto con anterioridad y, a poco que las autoridades educativas saquen a relucir algo de nuestra picardía atávica (que no en vano parimos al Lazarillo entre todos), nos situaremos sin apuros en la Champion League de la educación. Contra la corriente de opinión generalizada, sostenemos que los jóvenes de nuestros tiempos son cada vez más inteligentes y muestran mayores capacidades y más motivación para adquirir conocimientos. Resulta contraproducente, a tenor de lo expuesto, haber dejado fuera del examen a los bebes. Es absurdo considerar que éstos no están capacitados para subir el nivel de una simple prueba. Sabemos que los pequeños antes de andar deciden pertenecer a una determinada religión, a un equipo de fútbol concreto e incluso a algún partido político, ¿por qué no iban a saber resolver una ecuación entonces? Por ello, es de aplaudir la iniciativa de Novagalicia Banco, pioneros en esta revolucionaria forma de ver el nuevo papel que los pequeños lactantes pueden desempeñar en nuestra futura sociedad. Ellos no han dudado en dar por buena la decisión de un bebe de cuatro meses y han hecho efectivo su interés por invertir en acciones preferentes, desoyendo los vetustos clichés que actualmente imperan acerca del desarrollo cognitivo. Instamos al Ministerio de Educación a que hagan propias las tesis del banco y otorguen a los "peques" el relevante papel que sin duda pueden ejercer para mejorar nuestros datos educativos. 

     

     

lunes, 2 de diciembre de 2013

HAY DÍAS....

     Era un día de esos malditos. Todavía no has despegado los párpados, aún merodean por tu imaginación las escenas difusas de la última pesadilla nocturna y ya sabes que el día, por algún motivo ignoto, no va a ir como debería. 

     Aturdido, te diriges al cuarto de baño y no aciertas a encender la luz. En penumbra, impregnas el cepillo de dientes y solo cuando empiezas a restregarlo por los incisivos caes en el maldito error (un segundo antes de notar cómo la lengua empieza a arder sin remisión).

    Te rebanas el cuello afeitándote; los niños se pelean como gorilas salvajes durante el desayuno; no encuentras ninguna camisa planchada, sales de casa con los zapatos desparejados; el coche no arranca ni a la de tres; los pequeños llegan tarde al colegio, y te ponen una multa antes de llegar a la oficina.

     Antes de empezar a despachar, te preparas un café con leche de la máquina expendedora que sabes que te destrozará el estómago pero que necesitas para hacer un pequeño alto, respirar hondo y comenzar la jornada con la mejor actitud posible, y es en ese intervalo cuando empiezas a notar la congestión. A media mañana has gastado dos paquetes y medio de pañuelos de papel y el dolor de cabeza que ha ido apareciendo desde primera hora ha alcanzado un nivel insoportable. 

     Pides a tu jefe el resto del día libre para poder recuperarte y éste, inflexible, te devuelve de una patada a tu asiento insinuando que finges tu malestar. Malhumorado continúas la jornada y caen en tu mano esos ordinarios papeles que revisas de modo monótono y desganado. Al final de la jornada, entregas los informes al capullo del jefe y te marchas deprisa como si corriendo pudieses dejar atrás la rutina que persigue tu vida  laboral desde que aprobaste la oposición. 

     Odias tu trabajo, no aguantas a tu mujer y venderías a tus hijos al mejor postor pero sigues, porque es lo que se espera de ti y lo que se supone que debes hacer. Al menos no te exigen ser el mejor. Tu mujer te conoce desde hace demasiado pero se conforma con lo que le ha tocado siempre que sigas llevando el pan y tus hijos son demasiado pequeños para empezar a dejar de idealizarte. En el trabajo cometes errores que afectan a los demás pero ¿a quién le importa? Todos somos humanos y quien no defraude no tiene nada que temer. Si algo está mal protestarán, se revisará y si te has equivocado, ya sea por vía administrativa o judicial, ya sea más tarde que pronto, se solucionará el error y volverán felices a sus vidas teniendo una buena historia que contar a sus amistades con la que confirmarán lo mal que funciona la Agencia....

     La vida no te trata bien, Martínez, te ha devorado. Cansado, desmotivado, harto de lo cotidiano...¿cómo no ibas a equivocarte de vez en cuando? Y esos papeles que pasan ante tus ojos a diario de mil en mil... es normal que hayas tenido un despiste tan tonto. No te preocupes, le podría haber pasado a cualquiera, no pasa nada, hombre. 

        ¿A qué inspector no le han colado algunas facturillas falsas alguna vez?