lunes, 26 de diciembre de 2011

ANTES DEL ALBA


Comencé a caminar, pisando indefectiblemente la deforme y grotesca silueta que el imperfecto alumbrado de mi calle provocaba al proyectar en mi cuerpo su hosca refulgencia. A pesar de salir abrigado, podía sentir la venganza del otoño ordenando al pelotón de fusilamiento atravesarme los huesos con su lacerante humedad, como molesto ante su inminente ocaso estacional. La climatología no forma parte de ninguna de las tres variables que me obligan a utilizar el automóvil en mi día a día así que continué el gélido paseo sin plantearme ninguna alternativa mejor.

Nada más doblar la esquina, en Genaro de la Fuente, atisbé las primeras muestras de vida matutina. Pasé sigiloso, conteniendo la respiración, tratando de evitar que el aliento se me escapase para no llamar su atención. Ellos esperaban pacientes, medio adormilados, probablemente escuchando cualquier emisora mariana al calor de la calefacción pero yo..., yo sabía que si notaban mi miedo se abalanzarían sobre mí y me obligarían a ser transportado en el interior de sus dominios. No estaba dispuesto a pagar aquella carrera así que solo solté el vaho cuando al mirar hacia atrás dejé de ver las luces verdes indicadoras de disponibilidad. Ralenticé el paso, satisfecho, sabiéndome libre de una conversación trivial y probablemente de algún que otro susto circulatorio.

Continué mi camino por Llorones abandonando la Travesía de Vigo para seguir cuesta abajo por Urzáiz. En mi ciudad, son típicas (más bien diría tópicas) las continuas críticas de muchos visitantes y convecinos que señalan entre sus defectos los infinitos repechos que se reproducen por sus calles pero a mi parecer es muy injusto que la gente, sobre todo esos que más se lamentan, se olviden de alabar sus virtudes cuando les toca bajarlos. Descendiendo, con la gracilidad de la doble de la Portman, observé a la altura del legendario Bar León cómo cuatro agentes de la ley, haciendo uso de su entrenamiento psicológico, trataban de contener a una enfurecida muchacha enfadada que no entendió las buenas maneras del camarero cuando, por su bien, se negó a servirle la última copa de la noche. Dicen que la chica, totalmente ebria, la emprendió a golpes con el local, tirando las sillas de la terraza contra los cristales y rompiendo la máquina de chicles de la entrada. Yo no recuerdo haber visto nada roto pero debió de ser grave la maniobra porque, siguiendo mi trayecto, subía otra patrulla, así que es posible que entre los seis consiguiesen calmarla por las buenas.

Proseguí mi itinerario. No tardó en aparecer frente a mí un zombi, con la cara desencajada, el cuerpo desgarbado y la vista perdida en el vacío. Serpenteaba de lado a lado de la calle, subiendo de forma irregular. Yo avancé convencido, manteniendo la línea recta y dispuesto a no dar marcha atrás. A medida que avanzaba, aumentaba el número de zombis que venían hacia mí pero conseguí pasar de largo sin apenas contratiempos, salvo alguno al que tuve que esquivar con negativas tras detectarme y pedirme tabaco entre balbuceos. LLegué a la zona de copas de Churruca, en la que los camareros iban echando el cierre y los muertos vivientes se veían en la calle sin saber qué hacer y sin creerse del todo que la noche había terminado para ellos.

Más abajo, casi en el cruce con Colón, el viejo trotamundos que llevaba todo el mes pernoctando en la entrada de una galería comercial se desentumecía el cuerpo con premura. Se había quedado dormido y estaba haciendo esperar a los transportistas del supermercado cuya paciencia no convenía importunar. El lugar era lo suficientemente profundo para mantenerlo aislado de gran parte del viento que se levantaba aquellas noches que empezaban a ser invernales y no era buen momento para ponerse a buscar otro sitio en el que cobijarse. Suerte que estos se entretenían observando cómo una mujer bajaba de su vehículo, sacaba una caja de cartón vacía y sin el menor pudor la llenaba de tierra con la que conformar una base para trasplantar parte de la vegetación que adornaba una de las jardineras municipales. Un hombre que paseaba a su labrador le llamó la atención advirtiendo que las plantas eran de todos y que llamaría a la policía y la mujer, introduciendo la caja llena en el maletero del vehículo, le respondió que solo estaba cogiendo su parte y se marchó sonriente y orgullosa.

Cerca de mi destino, un grupo de noctámbulos calman el hambre provocada por la noche de fiesta y excesos en una pequeña bocatería de la calle Uruguay. Unos cincuenta metros más adelante, me sobrepasan por ambos lados corriendo a toda velocidad, cruzando García Barbón con el semáforo en rojo, sin mirar y entre gritos de "sin pá". Veinte minutos después de salir de casa, llego a mi puesto de trabajo, todavía antes del alba.

Entiendo el arrepentimiento, dejando al margen la autocompasión implícita en la acepción, como la toma de conciencia de haber cometido un error unido al propósito de no volver a caer en el mismo. Por eso suelo desconfiar de la gente que dice no arrepentirse nunca de nada y huir de la que todo el día se está lamentando por sus fallos. Sé que es un gran error y estoy seguro que me pesará terminar la entrada diciendo esto pero, a veces, solo a veces, es divertido levantarse temprano para ir a trabajar el fin de semana.


martes, 13 de diciembre de 2011

PAGANDO LAS CUENTAS DEL REY (PARTE II)


No tardó el padre de la infanta en escuchar rumores más que fundados del affaire compartido por su pequeña y no pudo menos, haciendo honor a su apodo, que estallar en tormentosa cólera. "El Jovial" que siempre reconoció en su pueblo la característica de poseer la lanza más afilada en lo que a mordacidad se refiere, mandó llamar a su presencia, en dupla, al mozo ultrajador y al verdugo real de guardia.

Hora y media aproximadamente transcurrió desde su premonitoria orden y la llegada de los requeridos ante su majestad, tiempo suficiente (podríamos decir necesario) para que el Consejo templase los iracundos ánimos y ofreciese una salida más que airosa, ventajosa para ambas partes, con el fin de salvar con honor la resolución de la fatal infamia.

Su Majestad, propuso como solución que el apuesto joven aceptase desposar a su hija menor para deshacer el agravio. De este modo y dada la procedencia del mancebo, el enlace contribuiría a unir los pueblos más recelosos con su reinado y evitaría la humillación que la osadía de éste acababa de engendrar en la dignidad de la Corona. La oferta, aunque a regañadientes, fue aceptada por el mozo que por mucho que pudiese parecer de razonamiento simple adivinó enseguida por los gestos y miradas de los allí presentes que las alternativas al ofrecimiento tendrían como actor secundario al encapuchado que se encontraba situado justo a la derecha del monarca.

Transcurridos los años, el nuevo infante nunca encontró su sitio en la corte. A pesar de las atenciones recibidas por los palaciegos y de la prole con la que su abnegada esposa le premiaba en reconocimiento al amor, cada vez mayor, que sentía por él, éste, no podía evitar sentir una inmensa frustración. Su vida se había acabado cuando no había hecho más que comenzar por culpa de un fatal e irremediable error que tendría que pagar a perpetuidad.

Cada vez más encerrado en sí mismo y con todo el tiempo y recursos necesarios, dedicóse a cultivar el arte de la cetrería y con los años amasó gran destreza para la doma amén de una considerable colección de ejemplares rapaces. Cavilando, se le ocurrió que sus aves podían ir más allá que la noble pero sencilla caza y discurrió la manera de obtener mayores beneficios y de paso resarcirse un poco de las heridas que en lo profundo de su alma le había ido causando aquel estúpido reino.

Aprovechó su buen nombre y fama intachable para granjearse las amistades de gobernadores y alcaldes villanos. Se ganaba su confianza fácilmente y les proponía un espectáculo magnífico para deleite del pueblo, tan necesitado de diversión. Como colofón del mismo aseguraba ser capaz de hacer llover oro y pedía un pago adecuado a la magnitud del espectáculo. Ni que decir tiene que a los ediles, la idea les entusiasmaba. No solo agradarían a sus súbditos, también a la realeza y eso no había precio que pudiera pagarlo.

El infante ideó un enorme ingenio esférico con el peso necesario para que varias docenas de aves pudiesen transportarlo el tiempo imprescindible sobre las cabezas del público jubiloso. Sin querer entrar en escabrosos detalles técnicos para describirlo, baste decir que en el interior del artilugio se alojaba una gran bolsa cosida a retales de estómagos de vaca que el valiente caballero llenaba con sus orines y que iba siendo rasgada, poco a poco, en el trajín del vuelo por la superficie rugosa del interior de las paredes. Al romper, el líquido salía a través de los infinitos agujeros que formaban su base y se iba rociando por encima del gentío que aplaudía enfervorizado alimentados por la idea extendida acerca de los enormes beneficios que la lluvia dorada traería sobre las tierras en las que se posaban. El infante se iba en loor de multitudes, con las sacas llenas y una agradable sensación de disfrute de venganza en pequeñas dosis.

Cuentan, que el espectáculo de azores, águilas y halcones, llegó a Galicia cuando ya se había extendido el rumor y no eran pocas las voces, ahogadas por los palmeros cortesanos, que decían que el yerno del rey se estaba mofando de su posición. Al sentir la lluvia emanada por las aves sobre su cabeza, un lugareño no pudo reprimir exclamar en voz alta: "¡Manda carallo! Mexan por nós e inda por riba temos que dicir que chove". Dando origen a tan popular expresión, o tal vez no.

(Esta es una historia de ficción. Cualquier parecido con la realidad es pura "semejanza")

lunes, 12 de diciembre de 2011

PAGANDO LAS CUENTAS DEL REY (PARTE I)


Cuentan que un rey, temiendo por la quebradiza situación política (cuando no lo es), organizó un "Torneo Internacional" con el fin de reunir a los más prestigiosos caballeros y nobles de las diversas regiones del Imperio. Presumió que el espíritu combativo y lúdico del evento, serviría para fomentar la maltrecha camaradería y la cohesión de las distintas insignes estirpes que lucharían frente a los enemigos extranjeros defendiendo el blasón nacional.

En un golpe maestro, convino en adjudicar la sede del evento a una de las comarcas más díscolas y rezongantes con sus mandatos. Sus ciudadanos al conocerla, recibieron la noticia de buen grado pensando en el beneficio económico que podría reportarles albergar a gran cantidad de visitantes sedientos, hambrientos y deseosos de diversión. Aseguróse el astuto monarca, así, el respaldo popular a su iniciativa que, aun sabiéndose puntual, resultaba necesario para apuntalar el éxito organizativo.

Conste que es error de recepción (por el que ruego, uno por uno, disculpas a todos los futuros lectores) y no de transmisión del mensaje, el olvido de la fecha de inauguración del acontecimiento pero en nada emborrona el relato que de ella hayan transcurrido cuatro o ciento veinte lustros si en verdad conseguimos reflejar fielmente los aspectos relevantes del mismo. Y destacado fue el ambiente vivido aquella noche en la que los más valerosos caballeros de todo el planeta por aquel entonces conocido desfilaron portando dignamente los estandartes correspondientes ante el entusiasmo y el enfervorecido aplauso del numeroso populacho congregado llegado a tiempo desde las más remotas aldeas del reino y de una minoría significativa de ciudadanos extranjeros invitados para la ocasión con el fin de acompañar y jalear a los suyos.

Dicen que en el transcurso de las contiendas, que duraron más de doce noches, los intrépidos guerreros ofrecían sus victorias frente al palco improvisado al monarca y su familia que disfrutaban las disputas con interés y atención. Pero era en las veladas, de mesas interminables en las que se amontonaba sin mesura la fruta y la carne y donde corría el vino como si se acabara de descubrir, donde en realidad los jóvenes aguerridos celebraban sus victorias con estruendo o enmascaraban el escozor en dignidad que producían las derrotas.

No son pocas, ni tienen por qué parecernos malas, las lenguas que relatan cómo en una de esas ubérrimas madrugadas, varios de los combatientes de diverso linaje y condición unidos por la satisfacción común que les otorgó su brillante participación en la sortija recordaron la felicitación dedicada por la fecunda infanta. Entre chacotas iban alimentando el tono lascivo paulatinamente, imaginando una felicitación más íntima y ferviente hasta que confundieron orgullo y hombría con fanfarronería apostando conseguir los favores de la menor de las hijas de su majestad.

Desde el acervo popular se aseguraba que la noche siguiente, uno de ellos, en un arrebato de quien sabe si galantería o la más absoluta de las simplezas ganó la apuesta.


viernes, 9 de diciembre de 2011

VIEJOS TIEMPOS

Faltaban cinco minutos para la hora convenida. Echó la vista hacia los bultos y comprobó de nuevo que estaba todo preparado. La vieja maleta desgastada resguardando el vestuario que utilizaría en los conciertos y el estuche que protegía su vieja Telecaster. El resto del material lo traían ellos en la furgoneta.
Estaba muy ilusionado porque los chicos habían decidido contar con él a pesar de todo. Se sentía culpable porque las últimas actuaciones habían sido un desastre y se comprometió muy seriamente con los demás en la última reunión.

-“No volverá a pasar, nunca volveré a tomar un ácido, solo limón en la ginebra”, sonrió.

El resto de componentes no estaban del todo convencidos pero a fin de cuentas, si habían conseguido llegar lejos y ser una banda valorada era en gran medida gracias a él, así que merecía que le dieran la oportunidad de participar en la nueva gira.

Apoyado contra la ventana, esperaba nervioso comprobando el reloj y se encendía un canuto de hierba mientras agradecía a Roger la confianza. Soñaba con interpretar “Jugband blues” a su lado y con volver a recibir los aplausos y el calor del público.

La última colilla se apagaba junto a las dos anteriores; su madre salió a la puerta de la vivienda. Miró hacia ella y dijo:

-“No van a venir, ¿verdad mamá?”.

–“No cariño, no vendrán”, contestó pasándole la mano por el hombro.

Syd subió a su cuarto y se encerró en él para siempre.


miércoles, 7 de diciembre de 2011

EL PISO DE ARRIBA

Recuerdo que tras unos minutos abrió la puerta de la habitación preparada para salir. Irrumpió en el salón y se acercó para darme un beso de despedida. Realmente estaba deslumbrante. Yo, me mantuve digno y acepté el gesto sin levantarme del sillón. Objeté con irónica displicencia algo acerca de su espectacular aspecto. Ella fingió culpabilidad por dejarme en la estacada. Nos reímos de nuestras excesivas maneras y se marchó prometiendo no llegar tarde.

Lo cierto es que nunca me gustaron las forzadas cenas navideñas de empresa pero las que menos, con diferencia, son aquellas en las que mi mujer me deja tirado en casa como si fuese una triste mascota dolida por el presentido abandono. Tardé un buen rato en decidir si salir al bar de siempre, a tomar unas cervezas solo o en las compañías que se dejasen caer por allí, que podían ser muchas y de lo más pintorescas. Al final, motivos como la inminente lluvia, la escasez monetaria o la temperatura que habíamos ido consiguiendo compartir mi querida manta y yo a lo largo de la anodina tarde fueron suficientes para hacerme desistir.

Me arropé en la cama temprano, cobijado bajo el texto de cualquier existencialista, para recuperar viejas costumbres y me felicité por haber elegido la mejor opción. No había pasado ni media hora cuando empecé a escuchar ruidos de muelles y pequeños jadeos entrecortados procedentes del piso superior. Tendría que haber sido la típica situación divertida sin más pero recordé que nuestra vecina era una venerable anciana que vivía sola y que siempre pareció rondar los cien años. -Algún familiar que aprovecha la escapada navideña de la vieja al pueblo-, pensé mientras aumentaba la frecuencia del chirriar de los muelles y la intensidad de los resuellos. De pronto, volvió a imperar el silencio.

Apenas medio capítulo después de la presunta polución que interrumpió mi noche impar, el timbre de la puerta provocó un nuevo paréntesis en la velada. -Al final, nos vamos a divertir hoy- me dije. Asomé a la mirilla para escudriñar al inoportuno visitante antes de aventurarme a abrir...no había nadie al otro lado. Salí al descansillo pero nada ni un simple ruido, solo un pequeño charco de un líquido que no logré identificar que se deslizaba desde el piso superior escaleras abajo. Supuse que era algún licor. Enfadado, entré en casa dando un buen portazo con el fin de evitar otra interrupción del estúpido allegado de la vieja.

Todavía no había terminado de esputar todos mis improperios en voz alta con el fin de ser escuchado por el huésped accidental del apartamento superior cuando repentinamente, como siempre suceden estas cosas, se marchó la luz de todo el edificio aumentando mi irascibilidad de forma exponencial. Encontré un par de velas de algún cumpleaños pasado y les di estabilidad en un pequeño mendrugo de pan que sobró de la cena cuando un agudísimo grito de dolor invadió la vivienda transformando mi mal humor en estremecedora inquietud.

El vecindario, al completo, salió a los rellanos ataviados con linternas y demás utensilios. Nos reunimos en el portal y tratamos de tranquilizar a los más asustados, entre ellos los pequeños del cuarto derecha que no paraban de llorar. Llamamos a la policía, al darnos cuenta de que nadie había salido del piso de arriba y temimos por la vieja o quien quiera que estuviese ocupando su lugar aquella noche. Se personaron enseguida y, todavía en penumbra, decidieron echar la puerta abajo ante las reiteradas llamadas y avisos sin respuesta. No encontraron a nadie, ni nada extraño en el interior a pesar de no haber sido yo el único que aseguraba haber escuchado movimiento toda la noche...y ese terrorífico alarido.

Volvimos a nuestras viviendas a regañadientes cuando los agentes nos indicaron que no podían quedarse toda la noche en un sitio que no sucedía nada y nos recomendaron cerrar bien las puertas y dormir. Me eché un buen rato en el sofá pero estaba demasiado alerta y tenso esperando, a oscuras, percibir algo que indicase movimiento arriba. De pronto, sonó el débil toque de unos nudillos contra la puerta. Me incorporé de un salto ayudado por el escalofrío que recorrió mi columna vertebral. Al abrir sentí un helador soplido que apagó las velas que portaba y apenas me permitió vislumbrar a la anciana del tercero, subiendo lenta y jadeante las escaleras con un agujero en la cabeza del que manaba algo que parecía ser líquido cefalorraquídeo.

Efectivamente, cuando mi mujer se va a cenas de empresa o sale con las amigas, yo, por si acaso, bajo al bar de siempre. Buenas noches

jueves, 24 de noviembre de 2011

CONTRACORRIENTE


Ahora que empiezo a tener la edad suficiente y, por momentos, la motivación necesaria comienzo a admitir la posibilidad de haber nacido con el paso cambiado. Si hubiese cumplido con la patria, por ejemplo, habría ganado nueve meses de brillantísimas historias, pero me declaré objetor de conciencia y estuve dando esquinazo al servicio militar a base de prórrogas de estudios hasta que nuestro gran "benefactor" Jose María tuvo a bien redimirnos del mismo, en un afortunado intento por mostrar su lado amable a la juventud de los años 90 (probablemente el único). No haber ido a la "mili" sin embargo, no ha sido motivo suficiente para no tener la sensación de haberla vivido sea prestando oídos a las experiencias de familia, amigos... tantas veces repetidas que podían llegar a provocar un hastío insoportable, sea a través de innumerables relatos y películas con más o menos acierto narrativo. En aquella época, no cambiaría de opinión aunque un "yo" del futuro viniese a guiarme y me convenciese argumentando que necesitaría esas vivencias para llenar entradas en mi futuro blog pero reconozco que, hoy en día, escucho con atención y cierta envidia de abuelo Cebolleta frustrado las "historias de la puta mili" contadas por alguien que nunca soy yo.

Ayer, leyendo el periódico local, me explotó ante los ojos una noticia en la que se anunciaba la presentación de un libro que hacía un recorrido histórico por el panorama cultural y musical de la década de los 80 en Vigo. Enseguida asaltaron mi memoria grupos referentes como Semen Up, Os Resentidos... Reconozco que me invadió una "morriña" estúpida, y esa estupidez se agigantaba en la medida que iba evocando mis propias experiencias en aquella época. En esas mañanas de los ochenta, cuando probablemente Miguel Costas, Germán Coppini y el resto de la troupe de la movida dormían hasta altas horas los excesos de las noches de cerveza, hierba y labios ajenos, yo me sentaba en un pupitre de un colegio público de un barrio vigués...remando río arriba y sin saber que terminaría añorando las cosas que aquellas madrugadas no iba a vivir nunca y sobre las que tampoco podré escribir en primera persona.

Me centré sin embargo en esa década, y en ese colegio del extrarradio en el que lo más destacable era que jugábamos al fútbol o a las canicas, patio con patio, con los reclusos de la penitenciaría local de la que solo nos separaba un enorme muro de piedra y, a algunos de nosotros posiblemente, unos cuantos años de correrías. Ni siquiera tuve en suerte estudiar en un colegio religioso, de férrea disciplina y reminiscencias de regímenes pasados, donde se sucederían, a buen seguro, un variopinto puñado de historias enriquecedoras y de anécdotas agudas que fuesen más allá del "Padre Nuestro" con el que desayunábamos todas las mañanas por mucho que jurasen educarnos en el "secreto de la aconfesionalidad". Los profesores tenían nombres y apellidos, ni un triste mote con el que poder amenizar el relato. Por no tener, no tenían ni a bien darnos sopapos demasiado a menudo en ese engendro de liceo y, así, no hay cuento que se sostenga. Recuerdo a algunos de mis compañeros (al tiempo que voy en busca de la piedra que ha vuelto a rodar montaña abajo) y no acierto a distinguir al pelota, ni al cuatro ojos que fuesen el blanco del abusón repetidor beneficiándose de sus meriendas...me pregunto si las anécdotas de pobres, solo tenían lugar en los colegios de ricos...

Los años que siguieron, vinieron acompañados por la misma inercia. Pasé el bachillerato leyendo y viendo la tele cuando los demás descubrían el calimocho y el "grunge". En la Universidad, "ennovié" demasiado pronto así que cuando todos disfrutaban los jueves como si fuesen los nuevos sábados a mí me tocaba fregar los platos y frecuentar los multicines. Cuando tocaba boda, ya me había "divorciado", y sospecho que mi genética puede producir alergia o algo peor así que estoy pensando muy seriamente en no hacer pasar a mis futuribles descendientes por un mal trago innecesario. El hecho es que por unas cosas o por otras, mi vida ha ido pasando y nunca he tenido nada interesante que decir. Recuerdo mil y una conversaciones de barra y vaso de tubo postergando mis intervenciones contribuyendo al dinamismo de interesantes relatos ajenos...interesantes, pero excesivamente largos, a mi parecer. Por eso ahora, me encuentro de cuando en cuando aporreando compulsivamente las teclas de mi portátil y me apropio de pedazos de narraciones de lo demás, de los que han sabido estar cuando había que estar y de los que siempre han hecho lo que se supone que tenían que hacer, brindando porque lo han sabido contar. Espero sepáis disculpar la intromisión en ningún caso malintencionada (bueno, en casi ningún caso). A mí solo me queda por explotar mi presente, del que prefiero no contar nada para no llegar a parecer petulante o ególatra. Ya habrá tiempo de hablar de él dentro de treinta años si decido dejar de nadar contracorriente.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

SUEÑOS IMPOSIBLES

METASERIE

Episodio Final

Sé que todavía me quedan muchas sensaciones por experimentar pero creo que notar el roce de esta fina arena en mi espalda desnuda mientras los rayos de sol entran en contacto con mi cara imberbe será muy difícil de superar en el futuro... como no sea con drogas... podría pasarme horas tumbado aquí, percibiendo cómo la sutil brisa marina me embadurna los sentidos en salitre...

-Hola, ¿cómo te va? ¿No estarás durmiendo verdad? Mamá dice que quedarse dormido tomando el sol puede ser malo para la piel...y además engorda- bramó una empalagosa voz.

Se acabó la paz, mierda!! No soporto a este zampabollos. Le odio desde la primera vez que se cruzó ante mí. Pero es amigo del esmirriao y me conviene tenerlo cerca. Tengo que ser amable si quiero tener alguna opción con ella. Toca armarse de paciencia y aguantar a los enanos. Además, sé muy bien como callarlos:

-¿Qué tal?¿Cómo te va canijo? Me iba a poner a merendar, ¿te apetece que compartamos?- me dirigí a él sacando de la mochila que me servía de almohada un par de enormes "bocatas" de chorizo.

-Flipa tío!!!Estaba empezando a entrarme la gusa- ¿Cuándo no? Gordo apestoso!! pensé tentado a exteriorizar la maldad.

Poco a poco fue llegando el resto de la pandilla. Primero, la gafitas revieja de la bicicleta rosa con cestita, acompañada por el insulso y después el machito rubiales con problemas de dicción. No los soporto, y menos a él. Desde hoy lo maldigo por éstas que son de cruces, a que en el futuro nunca se le entienda una frase completamente.

Pasábamos las tardes veraniegas en el mismo rincón, de la misma playa, junto a las mismas rocas diciendo chorradas propias de la edad según el pureta casposo que nos observaba a través de aquella extraña lente que a mí siempre me pareció un droideka de "La guerra de las galaxias". Reconozco que el esmirriao era graciosete a veces y el único con el que no tenía que disimular las carcajadas... además... además era su hermano... por cierto, ¿dónde está hoy? ¿por qué no ha venido? todos hablan de sus cosas y ninguno parece echarla en falta. ¡Serán idiotas! El caso, es que me da apuro indagar, podría mostrar debilidad ante el machito aborbonado. ¿Qué hago?

-Mi hermana no ha venido hoy- gracias, esmirriao. Eres el mejor, exclamé para mis adentros.

-yo creo que se hizo una herida, porque la escuché cuchichear con mi madre, pero mi padre dice que solo está en uno de esos días- prosiguió. Supongo que este comentario será cosa del pureta, como siempre.

Todos siguieron un buen rato interesándose por ella pero a mí lo único que me conmovía ese día era su ausencia así que decidí aguantar un rato por disimular y zafarme de esa pandilla de apijotaos de la forma más cortés posible. Tenía un asunto entre manos y hoy era un buen día para rematarlo.

-Bueno, chicos. Me voy que me tengo que marchar. Hoy comí fabada y le voy a devolver a la tierra lo que es de la tierra. Hasta luego a todos los payos- dije lo más finamente posible y salí corriendo en dirección al orfanato sin entender porqué a todos les hizo tanta gracia mi despedida. ¡Ya habría tiempo de vengar las burlas! Lo primero era cumplir la misión que me encomendó Rubén Bertomeu.

Corrí por la playa, lo suficientemente lejos para salir del campo de visión de los demás y entonces desvié mi trayectoria y me acerqué con cuidado de no ser visto hasta el "cascarón" del viejo marinero. Solíamos acercarnos hasta allí cada atardecer porque nos contaba historias ridículas de carcamales con moraleja final y todos parecían aprender mucho con ellas. Pensaban que eran más maduros después de escucharlas pero yo creo que el anciano, no era más que un simple precursor, un adoctrinador de lo políticamente correcto alimentado por la todavía latente voracidad del futuro bipartidismo sectario, que solo pretendía captar prosélitos para las décadas venideras. Me recibió, como siempre, con esa sonrisa bonachona mientras cosía unas nasas que probablemente nunca habían sido usadas y que jamás se estrenarían en el futuro.

-Buenas tardes. ¿Vienes corriendo con este calor? Anda déjame que te ofrezca un refresco- me invitó poniéndomelo fácil.

-No se levante, sé donde está la nevera. Le traigo uno a usted- contesté rezumando amabilidad.

Subí al barco y preparé dos naranjadas. La mía, con azúcar. La suya con lo que quiera que Bertomeu preparó en el frasco que me dio y que vacié en su vaso. Pronto se sintió mal y en menos de dos horas se tendió en su lecho para no volver a levantarse. Fui hasta la cabina del pueblo para avisar a Bertomeu y corrí con lágrimas falsas a avisar a los demás del luctuoso hecho acontecido por causas naturales. Aquella tarde habían estado entretenidos salvándole la vida a un tipo extraño. Un americano que trataba de flotar con unos manguitos de niño y que se hubiese ahogado de no ser por el flipado del Javi. Chris se llamaba o algo así.

Seis de la mañana, suena el despertador!!

Desperté acelerado y totalmente desencajado. Llegué a la oficina con la esperanza de que el sueño no hubiese afectado a la realidad esta vez. Pero me temía lo peor. Al principio, traté de traer el tema a la conversación con los compañeros del trabajo mostrando sutileza. Llegué incluso a silbar el tonillo famoso, pero nadie parecía darse por aludido. Decidí preguntar abiertamente y confirmé la fatal noticia. Nadie conocía a Chanquete, ni al Piraña, ni al Frasco. Sencillamente "Verano Azul" no había existido nunca...o lo que es peor me la había cargado, al matar al protagonista en sueños. No solo eso, desayunando en la cafetería de la empresa, leí el periódico y comprobé con estupor como un tal Cayo Lara volvía a ganar las elecciones en España. No podía tolerarlo más y tenía claro lo que hacer. Al salir del trabajo paré en la farmacia de la esquina y pedí que me dispensarán pastillas para no soñar jamás.



martes, 1 de noviembre de 2011

SUEÑOS IMPOSIBLES

METASERIE

Episodio III


-¿En serio te has disfrazado? ¿Por Halloween? No me lo puedo creer!!!-le dije a mi amigo Fer mientras nos servían el café de sobremesa. -hubiera jurado que eras de los que respetabas el Samaín- proseguí.

-Bueno, bueno, tranquilo solo se trata de pasar una noche de fiesta un poco distinta, sin más- me contestó entre risas, falseando un tono de desmedida indignación.

-Habrás sido original, al menos...no te imagino con una máscara de Frankenstein...-

-Eso sí. Original...original.... me disfracé de Charlie Sheen-

-Ya veo, otro que cae en las redes del sobrevalorado. No entiendo como puede ser el mejor pagado por hacer esa serie de mierda- comenté entre risas.

-¿Serie? No sé a que te refieres...-contestó extrañado.

-Una pregunta que no viene al caso Fer- reclamé su atención esperando inquieto su respuesta. -¿Conoces a Pamela Andersson?¿Sabes en que serie se dio a conocer?-

-Claro, joder, es la que hizo el vídeo porno casero con su ex...pero no la recuerdo en ninguna serie, hizo alguna peli mala, me parece, pero serie...en algún episodio de Friends?- tratando de hacer memoria.

Despedí a mi amigo y me fui a casa pensando que no podía ser una coincidencia. Era la quinta persona que no había oído hablar de "Dos hombre y medio" ni de Charlie Harper desde mi primer sueño alucinógeno. Con "Los vigilantes de la playa" lo mismo, era como si Mitch Buchannon y compañía no hubiesen existido desde que alguien lo asesinase en mi imaginación. Ya en mi habitación, encendí el portátil y probé en los buscadores...Nada, ni siquiera en IMDB. No hay ni un solo indicio que apunte a que esas series se realizaron alguna vez. Pregunté a mis amigos también por "Californication" y las respuestas fueron parecidas, la gente la recuerda vagamente pero nadie declara haberla visto nunca y en internet, aparece el título, pero apenas hay información sobre ella por más páginas que visite. Me recosté en cama, intentando entender algo de lo que estaba pasando.... pero la noche anterior había sido larga... y la hora despedía un penetrante olor a siesta....

-Lo cierto es que hay un espía entre nosotros- dije ubicado en el cuerpo de Al Swearengen. Frente a mí, observaba la cara de preocupación del resto de "los sabios" que trataban de averiguar qué había salido mal.

-El cuerpo de Mitch fue enterrado en mitad del desierto, la probabilidad de que lo encontraran era...¿cuánta?...¿una entre un millón?, alguien ha cantado y solo nosotros nueve y tu asesino conocíamos el plan- prosiguió Nucky Thompson desde el extremo opuesto de la mesa mirando fijamente a Gemma Teller que respondió como si fuese a estallar un volcán en erupción.

-Él no ha sido, es leal y jamás haría nada que nos perjudicase. Así que ya podéis ir clavando vuestra preciosa mirada en otro sitio- contestó tratando de proteger a "Tig".

-De acuerdo, Gemma, pero nos tienes que decir quién es y tendrá que comparecer ante nosotros para que nos convenza de que lo que dices es cierto- dije seriamente.

-Eso nunca, yo hablaré con él, pero ninguno debe conocer el brazo ejecutor del resto, ¿recuerdas la regla? De todas formas, el chivato se encuentra entre nosotros-

-Está bien, dejemos que Gemma hable con su chico... la pregunta es, ¿qué hacemos ahora? Olivia Dunham y ese panoli de Benford empiezan a atar cabos, no creo que sea buen momento para realizar otro movimiento- intervino, aliviando la situación, Tony Soprano.

El silencio duró unos segundos, lo justo para que mi ubicación cambiase, por suerte para mí, porque no soportaba más las cosquillas que el bigote de Al me provocaba. Desde el centro de la mesa, pude observar las preocupadas caras de los nueve personajes que se escondían tras "los sabios". En seguida, el hombre al que llamaban "el español" sugirió una solución...

Estoy en un amplio y pulcro cuarto de baño. Noto el tacto de la seda acariciando mi cuerpo. Me siento totalmente laxo. La sensación de confort aumenta al escuchar como el agua cae a borbotones en la enorme bañera a medio llenar que ya deja ver una considerable cantidad de relajante espuma. Considero que es el momento de tomar contacto con ella, merezco por fin un buen rato de relax, sin interferencias, sin que nada ni nadie pueda evitar que dedique este tiempo a mi mismo. Me dirijo al espejo mientras me despojo de la bata...el vapor generado por la temperatura del agua hace que no me distinga con claridad y por desgracia solo me deja escudriñar parte del rostro de la persona cuyas sensaciones estoy experimentando. Entro en la bañera sin poder evitar dejar escapar una sonrisa de satisfacción absoluta. Sospecho que Chris Peterson estará desmayado ahora en su cuarto. Me pregunto si habrá perdido el conocimiento antes o después de ver a Kate Austen sin ropa....

Vuelvo al centro de la mesa de "los sabios", Ruben Bertomeu se dispone a hacer su propuesta:

-Es evidente, que este contratiempo requiere un poco de reflexión. No creo que sea nada que no podamos solucionar pero si tomamos una decisión ahora, es posible que nos precipitemos-

-Pero no podemos quedarnos con los brazos cruzados...y Benford tarde o temprano tendrá que caer- replicó Al.

-Sí, pero no debemos subestimar a Dunham. Además, no propongo no hacer nada pero creo que es un buen momento para dar un pequeño salto. En España también hay personajes que merecen desaparecer...si estáis de acuerdo, haré yo el próximo movimiento. Así matamos dos pájaros de un tiro, buscamos al delator y seguimos adelante con nuestro plan...-

-¿Votos a favor?- pregunta Nucky mientras todos levantan la mano.

-De acuerdo, se levanta la sesión-

Seis de la mañana, suena el despertador!!





jueves, 27 de octubre de 2011

SUEÑOS IMPOSIBLES

METASERIE

Episodio II

Estoy andando por la arena, no sé exactamente donde aunque parece una enorme playa. Me dirijo hacia un cordón policial que se encuentra a unos trescientos metros de mí. No voy solo, noto un aliento a mi derecha, un poco rezagado. Parece que va a decirme algo pero mi paso firme y veloz sobre la inestable superficie hace que no pueda seguirme y ponerse a mi altura con el aire suficiente en los pulmones para poder articular algo inteligible. Apenas reparo en él, como si no quisiese escuchar lo que me tiene que decir, no me gusta el personaje, sea quien sea, y por eso aprovecho mi forma física para ponerle en aprietos. Me gusta verle sufrir para seguir mi paso, de todos modos tenemos prisa. Noto algo extraño en mi forma de andar, no identifico que es, ¿la arena?...no es la primera vez que piso la playa, así que no creo que sea eso...

La ensalada que tomé para cenar descarta la teoría de mi amigo Xabi, no sé que es lo que me hace incrustarme en estos personajes pero desde luego no son las cenas pesadas...tendréis que seguir investigando.

Suena un móvil, es el mío que me avisa de un mensaje entrante. Echo la mano al bolsillo y bajo la mirada....jajaja, ya se que pasa, no consigo ver que dice el mensaje porque me quedo perplejo observando mi canalillo desde una posición privilegiada, estoy en la mente de una mujer y no tiene mala pinta.

-Detective Dunham, el cuerpo apareció aquí, enterrado a dos metros en las coordenadas exactas que nos enviaron a comisaría, parece que querían que lo descubriésemos-, saluda el inspector.
Me asomo a la zanja. Encuentro un hombre de unos cuarenta años, con un tiro en la nuca, boca abajo y medio desnudo, excepto por un ridículo bañador rojo a la altura de las rodillas. Tiene un salvavidas incrustado en el culo, me temo lo peor. Mi compañero llega unos segundos después y no puede reprimir una exclamación de sorpresa equivalente a la mía al reconocer frente a mí a Mark Benford.

-Dime que no es Mitch, me gustaba, era un héroe de mi juventud-

-Lo siento, todo parece indicar que se trata de tu "héroe"-, le contesto sin poder evitar parecer un poco hiriente. Pienso que ya que estoy en el cuerpo de Olivia, me alegra que sea la que está al otro lado del vórtice.

De nuevo aparezco en casa de Chris Peterson, esta vez, por suerte, no estoy en su interior si no que lo observo desde fuera, como si la pared de su habitación fuese transparente. Está sentado en su cama con la tele puesta, como siempre, aunque parece no prestarle demasiada atención, creo que considera que el capítulo de hoy es flojo y se afana en resolver un cubo de Rubik. Está desesperado así que coge el móvil y realiza una llamada.

-Hola, Sheldon, ¿eres tú?-

-Qué sorpresa, Chris, al grano que estoy a punto de descubrir la trigésimo segunda cifra del número Pi- contesta sin mucho afán.

La habitación de Chris se corta por un margen delante de mis ojos de manera que puedo verle a mi derecha mientras que a mi izquierda aparece Sheldon Cooper recibiendo la llamada.

-Verás Sheldon, es que Manny Delgado me ha retado a terminar el cubo de Rubik antes de un mes y...-

-Y necesitas ayuda, vale está bien. Lo primero que tienes que hacer es conseguir que los colores coincidan en las diagonales de las caras opuestas y...-

-Claro, claro.... ya salió el listo, si supiese que significa "diagonales" y "opuestas", ¿no crees que no necesitaría tu ayuda?-

-Ok, pues haz trampa, despega los cuadros y pégalos con cuidado para que no se note-

-Eso ya lo he intentado. En serio, no entiendo porque todo el mundo piensa que eres tan listo, hasta nunca Sheldon Cooper, ya me las arreglaré yo solo-

Un nuevo salto me lleva a ver a un hombre corriendo por la arena a vista de pájaro. Lo veo desde distintos ángulos y a cámara lenta, incluso me parece escuchar una musiquilla espantosa de fondo. Lleva puesto un bañador rojo y porta un salvavidas en la mano. Intuyo que se trata de Mitch Buchannon dirigiéndose al agua a salvar alguna vida así que sospecho que se trata del típico flashback. Ahora lo observo de frente, es Mitch, pero su cara es de tensión extrema. Se escucha el ruido de una moto tras él y a lo lejos se distingue a un motero con una recortada en la mano. Mitch no va a rescatar a nadie, sospecho que alguien debería rescatarle a él. Me dirijo hacia el motero que cada vez esta más cerca y me ubico detrás. Mitch corre en zigzag, y de vez en cuando, sin motivo aparente, se lleva la muñeca izquierda a la boca y parece que dice algo. Me doy cuenta que no estamos en una gran playa, no hay agua... En el desierto se reducen las opciones...los días de Buchannon están contados. El motero está lo suficientemente cerca así que apunta a la cabeza:

-Esto por destrozar la juventud de una generación. ¿Quién crees que iba a hacer caso de tus moralinas estúpidas si teníamos la atención absorta en el rebote de tetas de la Anderson?-

Suena un disparo y Mitch cae abatido al tiempo que la escena vuelve a discurrir en tiempo real. El motero se para junto a él y realiza una llamada.

-Hecho, cavaré aquí mismo, dame un par de horas antes de avisar-

Del otro lado del teléfono, me encuentro en la habitación del hombre del bigote y del de los dientes, pero ahora hay mucha más gente y los empiezo a distinguir a todos. Están sentados alrededor de una mesa de juntas. Son nueve. Gemma Teller posa el móvil en la mesa y dirigiéndose al hombre del bigote, que ahora identifico como Al Swearengen, asiente con la cabeza provocando su sonrisa. Nucky Thompson exclama:

-Excelente-

Seis de la mañana, suena el despertador!!


martes, 18 de octubre de 2011

SUEÑOS IMPOSIBLES

METASERIE

Episodio I

De nuevo me invaden estas extrañas sensaciones. Pero esta vez no me cogen de sorpresa, no sé como ni porqué, pero entiendo lo que me está pasando. Estoy tomando una copa en un grande y lujoso salón. A mi alrededor, una multitud de personas elegantes pero informales, beben y charlan amistosamente. Me acompaña un amigo, calvo y grotesco que no deja de avasallarme con su contundente y anodina conversación. Permanezco atento lo justo para reír cortés y cínicamente en el momento que me hace saber que ha hecho alguna gracia. En realidad estoy atento a todo lo que sucede a mi alrededor. Soy un cazador, me siento como si tuviese un sexto sentido...un radar infalible que me avisa cuando aparece la presa....solo que ésta, antes que huir parece encantada notando mi mirada depredadora en ella. Me deshago de mi amigo, creo que la excusa es buena pero me contesta como si fuese demasiado habitual que mi vejiga llegue al límite en su presencia. Se burla con el fin de reflejar su malestar, me da igual.

Salgo del salón por un pasillo alargado del que cuelgan algunos cuadros de arte moderno. Reconozco algún autor, en esta casa hay más dinero del que pensé en un principio...yo a lo mío. Por algún motivo, el noventa por ciento de las mujeres que me cruzo, acompañadas o no, me dedican un gesto más o menos disimulado con el fin de llamar mi atención. Alguna lo consigue... pero disimulo, no es lo que estoy buscando. El corredor termina en una lujosa y moderna cocina donde parte del servicio se afana en reponer las bandejas arrasadas de los invitados. De pronto, me tocan el hombro:
-Hank, que sorpresa, ha pasado mucho tiempo desde la última vez- apela insinuante.
-No tanto, coincidimos el mes pasado en la presentación de mi último libro- contesto desinteresado.
-No me refiero a esa última vez-, mientras se va en busca de una bandeja con esa sonrisa pícara consiguiendo hacerme recordar por qué hubo una primera vez.
Me acerco al cuarto de baño, lo de la vejiga iba bastante en serio, estoy muy borracho y no aguanto más. Descargo tratando de apuntar pero no daría un dólar por mi mismo. Lo siento por el servicio. Me lavo las manos y me refresco la cara, todavía no es hora de marchar. Alzo el rostro y me veo reflejado en el espejo, esta vez lo suponía, estoy en el cuerpo de Hank Moody, ninguna sorpresa. Me seco la cara con una toalla sorprendentemente limpia y en ese instante alguien se abalanza con furia sobre mí, ésto no me lo pierd.....

Mierda, otro puñetero cambio en el momento más inoportuno. Hank estaba a punto de pillar, tenía que ser justo ahora... y, para colmo.....JODER!!!! Aparezco en la habitación de Chris Peterson de nuevo, pero esta vez, en su cama...y en su cuerpo. Está viendo la escena que acabo de vivir y...oh, Dios mío!!!! está totalmente excitado, la sangre fluye por mi cuerpo como si fuese un caballo semental a punto de... no, ¿qué pasa? ¿por qué hago....hace eso? Estoy pensando en masturbarme, se que Hank se va a acostar con esa mujer ardiente, así que saco la lengua y....

Dios, he salido de su cuerpo, no sé si ha sido casualidad o he podido controlarlo, lo cierto es que no soportaba más estar dentro de Chris y menos en estas circunstancias....majadero. Todavía continúo en la habitación, pero ahora detrás del televisor, como la otra vez. Estoy observando la escena, Chris se encuentra desbocado y procede a....¿sacar un consolador de su bolsillo?... ¿y acariciarlo?... suavemente mientras emite pequeños gemidos agudos. En su linea. Aparto la atención del esperpento y me dirijo hacia un ángulo en que pueda ver la pantalla. Hank se está lavando la cara, justo donde lo dejé. Supongo que ahora le tocará alguna mujer...

Doy un nuevo salto, esta vez estoy encapuchado escondido detrás de uno de los cortinones de una lujosa casa. Veo a Hank Moody entrar en el baño y noto que no cierra la puerta, ha entrado dando tumbos, será fácil. Compruebo que no hay nadie en mi camino y entro en el baño violentamente, empujando a Hank contra el espejo. Le doy una paliza, él apenas se defiende. Después de varios puñetazos cae al suelo y le propino más patadas de las que hubiese soportado yo. Compruebo que está consciente:
-Considéralo la ejecución de la sentencia emitida por los "sabios". No convences. Ni tú, ni tu serie. Las situaciones acaban aburriendo y los secundarios no interesan en absoluto. Además, eres un fantasma, no tienes cerebro, ni clase, ni la suficiente percha como para pillar tanto. ¡Te creerás Brad Pitt!! Mejórala o cancélala pero los "sabios" sí pueden juzgar dos veces por el mismo crimen y no suelen ser siempre tan benévolos-
Me dispongo a marcharme sabiendo que Hank ha captado el mensaje pero algo me hace retroceder. De repente le doy una patada en la cara y le digo:
-Y esta de mi parte, a la agente Scully te la tenías que haber cepillado en la primera temporada, será pusilánime-, decido salir por la ventana y ponerme a salvo para mandar el mensaje a los "sabios".
De nuevo frente al hombre del bigote al que Dexter llamó al matar a Charlie Harper. Acaba de recibir el mensaje mandado por el sicario. Dudo que esta vez se trate de Dexter mis sensaciones fueron distintas cuando estuve en su cuerpo...además, no es su estilo. Lástima de capucha, no pude reconocerlo mientras estuve en su cuerpo. Al que si reconozco ahora es al hombre del bigote, le veo la cara nítidamente, le dice al de los dientes que el trabajo está hecho y se felicitan. También reconozco a este último...

Seis de la mañana, suena el despertador!!



jueves, 6 de octubre de 2011

SUEÑOS IMPOSIBLES

METASERIE

EPISODIO PILOTO

Avanzo a través de un pasillo oscuro... largo y oscuro. Noto que llevo algo en la mano, lo aprieto fuerte, pero no sé de que se trata. Parece un mango de algún objeto cuya forma y dimensiones desconozco todavía... además no me preocupa dado que mi atención está centrada en mi recorrido hacia lo desconocido... a ciegas. Estoy nervioso, pero enseguida me doy cuenta, que esos nervios no me pertenecen, no son míos del todo, al menos. Trato de dar órdenes a mi cuerpo, ¿mi cuerpo? quiero parar y no puedo, mis pies siguen avanzando y mis sensaciones son extrañas...como si me fuesen transmitidas o impuestas. De pronto, bajo unas escaleras, con agilidad como si ya supiese que estaban ahí... eso es... de alguna manera ya he estado aquí antes, pero ¿cuándo? ¿a dónde me dirijo? Llego a una puerta entre abierta tras la que se adivina un haz de luz que me permite convertir la oscuridad en sombras, quiero dirigir mi mirada a la mano, pero los ojos no me obedecen, más bien, están centrados en un punto fijo. El pomo de la puerta. Parece que saben bien lo que quieren, todo mi cuerpo parece saberlo, menos yo. Es como si mi cerebro se hubiese desligado del resto.... Es como si estuviese incrustado en otra persona...espera....eso es... estoy siguiendo la acción de otro...pero, ¿quién? Abro, mejor dicho abre la puerta con sigilo, creo que no soy yo, pero percibo los matices, del otro lado llega no solo una tenue luz, también una ligera corriente de aire...tengo frío. Noto una gran decisión y firmeza en mi actitud, sé lo que voy a hacer, y a la vez me invaden sentimientos contradictorios de excitación y miedo. Tengo la adrenalina rebosando por los cuatro costados. Abro la puerta....

Estoy aterrorizado, de repente me encuentro inmovilizado boca arriba, desnudo sobre una superficie helada. Apenas puedo oscilar un poco mi tronco. Mis extremidades están fuertemente atadas, mi cabeza ligeramente inclinada hacia delante sobre una especie de almohada de piedra (o algo más duro) tampoco se puede mover. Estoy amordazado con algo que parece cinta adhesiva... ¿Qué pasa? ¿Cómo voy a salir de esta situación y sobre todo... cómo diablos he llegado aquí? Parece un garaje de vivienda unifamiliar pero hasta donde alcanzo a ver está todo cubierto de plástico, del techo al suelo, solo distingo alguna estantería que entreveo tras el translúcido material que me rodea. Prefería, por muy asustado que pareciese, la otra situación. Si no sospechase que mi problema consiste en sobrevivir, me preguntaría como había pasado de una a otra en un instante pero lo cierto es que no me da tiempo a más. Frente a mí se abre una puerta...

De nuevo, mi ubicación ha cambiado, estoy detrás de un plástico que recubre una habitación...es....es el garaje que mencioné anteriormente. Veo como alguien abre una puerta a mi izquierda y se dirige con un cuchillo en la mano hacia una especie de mesa quirúrgica en la que yace una persona totalmente envuelta en cinta plástica.... son los cuerpos en los que previamente he estado.... tienen que ser...pero.... Hay más, no me lo puedo creer, pero hay más. Creo que reconozco a ambos el de la izquierda parece...

Mierda, no lo parece, lo es... lo sé porque por un segundo he vuelto a transportarme a los ojos del que estaba tumbado y lo he visto cara a cara, lo va a matar. Parece que le va a decir algo:

- ¿Sabes por qué estás aquí? Tranquilo, si buscase que me respondieses te habría preguntado antes de noquearte y amordazarte, estarás mejor si no te mueves - su frialdad es espeluznante.

- Lo cierto es que has sido declarado culpable, culpable de no tener puta gracia, de aburrir desde el principio y de justificar minutos a base de bromas rancias, machistas y obsoletas. Has hecho perder el tiempo a millones de personas con situaciones repetitivas y poco creíbles.... en fin, los "sabios" te han sentenciado a muerte de manera inapelable... yo soy solo el brazo ejecutor.... la suerte está echada amigo Harper -

No doy crédito, vuelvo al cuerpo del asesino, justo a tiempo para hacerme sentir co-autor del terrible crimen. De alguna manera, soy yo el que le hunde el gran y afilado cuchillo en el vientre, noto como con gran fuerza subimos la hoja hasta tocar el esternón y giramos el puño con velocidad y destreza hacia su izquierda. No cabe duda, Charlie Harper ha muerto.... a manos mías... y de Dexter Morgan.

Vuelvo a ver a Dexter desde la posición en la que me encontraba cuando abrió la puerta. Acaba de limpiar el arma del crimen y parece sacarse algo del bolsillo. Es un teléfono:
- La sentencia ha sido llevada a cabo sin contratiempos. En una hora todo estará limpio -

Aparezco al otro lado del teléfono, no sé donde estoy y solo veo el primer plano de un bigote... parece familiar pero no sé a quien narices puede pertenecer, estoy demasiado superado por los acontecimientos. El hombre del bigote asiente, cuelga el teléfono y detrás de mi alguien exclama:

- Excelente, ésto está por fin en marcha -

Me giro rápido pero de nuevo, solo puedo ver un primer plano de su boca sonriente.... el caso es que esa boca.... esa voz..... creo que conozco a éstos tíos.

De nuevo mi ubicación cambia inesperadamente (o ya no). Estoy en una habitación desordenada y maloliente de un posible adolescente ridículo. Desde detrás de la tele puedo ver a una persona, sentada en su cama como haciendo yoga, que no despega la vista del receptor. Reconozco enseguida su barbita pelirroja y su expresión bobalicona. Parece que se le caen las lágrimas de los ojos debido probablemente al programa que está devorando. De pronto, sin sacar el índice de su nariz, pega un salto y grita furibundo:

-Noo, no lo merece, a mi me gustaba. Su serie es la más divertida del mundo mundial. ¿Cómo podéis matar a Charlie Harper? -

Me quedo helado y dirijo la vista de nuevo hacia el personajillo. No hay duda Chris Peterson ha sido testigo de mi surrealista vivencia.

Seis de la mañana, suena el despertador!!

viernes, 16 de septiembre de 2011

LO QUE EL HEAVY SE LLEVÓ

Nadie puede entender la actitud del amigo Rogelio últimamente. Cierto es que nunca nos pasó desapercibido su extravagante comportamiento y la sensación de que en cualquier momento perdería las riendas de su vida... pero no de esta manera. El Gelo lleva más de veinte años poniendo copas en el " Dale gas Infernos Rock", punto de encuentro y morada ocasional de los más duros y cada vez más viejos rockeros moteros de la ciudad. Sus manías y sus locuras no dejaban a nadie indiferente y más de una de sus anécdotas ha llegado a trascender los círculos más íntimos alcanzando la categoría de leyenda en diversos tipos de ambientes de la ciudad. Pepe el ferretero, por ejemplo, se suele ganar la confianza de sus nuevos clientes relatando la historia de los tornillos, en la que el etílico, como otras muchas noches, volvió a tomar las riendas de Gelo que en un alarde de estupidez y soberbia retó a demostrar su hombría al marino más bestia de aquel buque escuela noruego. Le sacaba 20 cm y varios pares de quilos, pero ninguno cedió y se decidió un empate tras la ingesta a chupitos de sendas botellas de tequila. Pero Gelo, en cuanto a bravuconería y alcohol se refiere, no era de los que aceptaban tablas ni jugando con negras así que continuó el reto con lo primero que tenía a mano que resultó ser una caja de tornillos de 1,5 de calibre que el jefe acababa de comprar para poner unas nuevas estanterías. Gelo, echó hacia atrás su alborotada melena, para que ni uno solo de sus rebeldes cabellos se interpusieran entre su retadora mirada y la de su absurdo rival y sacó un cuchillo con el que le hizo gestos que indicaban que el perdedor se cortaría una falange del dedo meñique. El marino tarugo aceptó y comenzó el juego. A esas alturas, se había corrido la voz por la zona y el bar estaba repleto de curiosos borrachos que de alguna manera tenían que entretener la inquietud de saber que esa noche tampoco iban a comerse un rosco y que sirvieron de testigos al ferretero a la hora de darle veracidad al asunto. La historia le llegó a Pepe a través del dueño del "Dale Gas..." al día siguiente, cuando además de ir a comprar otra caja de tornillos como la del día anterior, hecho que no le pasó desapercibido al viejo empresario, pidió un bote de aguarrás o algo que sirviese para sacar las manchas de sangre de la barra dado que con los productos tradicionales no había manera por mucho que frotara con el cepillo. Sabemos que no es leyenda urbana también, porque conocemos a los trabajadores de urgencias que atendieron a los dos colgados que ingresaron a altas horas de la madrugada en estado semiinconsciente y a los que hubo que hacer un lavado de estómagos tras los que, para su sorpresa, además del líquido esperado les extrajeron una cantidad considerable de pequeños objetos metálicos. Por último, las crónicas de los periódicos locales de aquel día destacaron que lo que más sorprendió a los médicos de guardia fue que a los dos borrachos hubo que atajarles una aparatosa hemorragia producida por un corte limpio que les había amputado parte de la pequeña extremidad. Gelo siempre llevó muy mal, por dentro, el hecho de no haber podido ganar al tipo ese y nunca se conformó con el empate pero por suerte el marinero no volvió por el bar, quien sabe si por la ciudad, nunca más.

Podéis imaginar, tras los hechos relatados, que cada día, a lo largo de los años nos sorprendíamos con éstas y otras ñoñerías que convertían a este muchacho en un ser de lo más particular, siempre buscando la manera de llamar la atención aun a costa de su imagen y, no en pocas ocasiones, de su salud y que a su vez lo convertían en una persona entrañable que solucionaba muchas reuniones aburridas ya fuese en directo o a través de los recuerdos de los ocasionales participes de sus hazañas. Por eso nos duele verle así ahora tan ido, tan cambiado....

Todo empezó el día que por primera vez sonó en el bar esa versión tan (no sabría como calificarla debido a las malsanas consecuencias que en mi amigo produjo) ¿nefasta?! de la stoniana Angie, españoleada por Melendi. A mitad de la misma, Gelo, el purista Gelo, saltó por encima de la barra con una botella en la mano y se dirigió a la cabina del pincha, ciego de cólera, jurando que le estamparía el vidrio en la cara como volviese a escuchar esa mierda en "su" local: "Para poner Pitingos y mariconadas que joden temazos te vas a pinchar al Arenal con los bonitos", le espetó a voz en grito. Hasta ahí, todo normal. una de las típicas reacciones que Gelo nos regala cada vez que suena un bodrio en el "Infernos". Ninguno nos podíamos imaginar que era el principio del fin.

En los días siguientes, su comportamiento fue cambiando, lenta pero alarmantemente... se empezaba a comportar como si fuese una persona equilibrada y eso en Gelo no estaba bien, algo pasaba y no sabíamos qué. Llegaba al trabajo con sus cascos como siempre, pero sus modales habían cambiado, servía atentamente, daba las gracias con educación y cuando tenía sed bebía... agua. Llevaba semanas sin montarla, hasta el jefe estaba preocupado y eso que nunca le hizo mucha gracia que el bar fuese el blanco de sus excesos pero reconocía que le daba un punto canalla que estaba empezando a perder, era como si parte de su marca se estuviese borrando y no había estrategia de marketing que pudiese arreglar aquello.

Una noche me animé a hablar con él. Al principio fue puro vacile, al verle llegar al bar ataviado con un polo de los de cocodrilo en pecho y cambiarse de atuendo en el baño. Salió sonriente con su "mítica" camiseta de Motorhead sin mangas, pensando que nadie se había dado cuenta del trueque, dispuesto a comenzar la jornada pero le ataque de forma cruel. Reconoció que se encontraba mal, que algo estaba cambiando y no podía hacer nada por evitarlo y me imploró discreción así que me apiadé y traté de averiguar la causa de su aflicción pero bajó avergonzado la mirada y no dijo nada más. La noche siguiente, Gelo apareció con un cambio de imagen más evidente y ya no pudo esconder su problema. Llevaba un tatuaje hortera en el brazo de esos que esconden un nombre que al principio nos pasó desapercibido debido al desastre de peluquería que traía en la cabeza. Se había cortado parte de su melena desaliñada y lucía una espectacular media melena alisada a la plancha. Al acercarme, observé de cerca el dibujo en su piel, era un horrible corazón que emergía semiescondido de una frondosa y desigual vegetación. Al verme, empezó a llorar desconsolado, decía que no podía dejar de escucharla y que cada vez iba a más. Solo al llegar al bar se daba cuenta de su cuelgue pero al cerrar, no podía evitar ponerse los cascos y actuar al dictado del interprete de la canción que escuchaba una y otra vez. Leí el nombre que sobresalía en una de las ramas del monstruoso tatuaje y me di cuenta de que lo habíamos perdido:"Angie". Gelo había sido poseído por el espíritu de Melendi, no se podía hacer nada por él.

sábado, 16 de julio de 2011

EL PROTOCOLO Y LO ABSURDO

Nolito trabaja como auxiliar de aparcamiento en un gran empresa, de esas que tienen cientos de empleados, grandes departamentos jerárquicamente estructurados y numerosas sedes distribuidas por toda la geografía del país. Tiene cerca de cincuenta y lleva más de diez años deseando buen día a clientes y empleados con esa voz estridente y altisonante amplificada por el eco del sótano que ya forma parte de la idiosincrasia del edificio. Nolito se considera un hombre de empresa y por eso combina con maestría la realización de las tareas propias del puesto que le fue encomendado con otras totalmente voluntarias que complementan a las primeras y que a su juicio sirven para dar un servicio de mayor calidad que contribuya a mejorar la imagen de la entidad y ya de paso la suya propia, porque Nolito tiene aspiraciones. Solo así se entiende que Nolito decida añadir a la camisa de manga corta correspondiente a la uniformidad de verano proporcionada por la empresa, la corbata chillona que en invierno queda tapada por el jersey oscuro y que ahora le otorga un aspecto tragicómico acrecentado por sus modos de pretenciosa solemnidad.
Juan Antonio es un alto directivo de la gran empresa donde trabaja Nolito. A pesar de su alto cargo y sus grandes responsabilidades, es una persona muy humana. Trata a Nolito como uno más como lo demuestra el hecho de corresponder su saludo con otro de aproximadamente las mismas características a caballo entre la seriedad y la cordialidad. Nolito se siente halagado cada vez que Juan antonio... bueno Juan Antonio... o cualquier otro le devuelve el saludo y le pregunta por la familia o por la vida aunque a veces llegue el ascensor sin darle tiempo a contar.

Cuando Juan Antonio...bueno... Juan Antonio o cualquier otro alto cargo termina su jornada, da aviso desde el despacho a su chófer y éste deja el coche en marcha al lado de la salida, Nolito corre presuroso dejando lo que esté haciendo, por muy importante que sea y se acerca al vehículo para abrirle la puerta cuando sale del ascensor. "Buenas tardes, sr Juan Antonio" saluda con una ridícula semirreverencia que hace campanillear la fluorescente corbata poniendo en evidencia el error de vestuario. Juan Antonio sonrie condescendiente como si estuviese a punto de devolver el saludo de palabra y la complacencia se lo impidiese en el último segundo, se mete en el auto y se va.

Se rumorea que las cosas van mal. La maldita crisis que azota al primer mundo neoliberalizado es la culpable. no se han cumplido los objetivos este año y en la gran empresa todos saben que ésto tendrá consecuencias. Nolito a pesar de no moverse del sótano, sabe lo que pasa en cada una de las plantas y en todos los departamentos. Son muchos años y los conoce a todos. Sabe que están nerviosos y a medida que pasa los días se va confirmando la posibilidad sospechada a priori. Los grandes directivos están sopesando seriamente la posibilidad de hacer un ERE que puede afectar a la mitad de la plantilla. Cunde el desasosiego en todos los empleados cuando la posibilidad se transforma en realidad inminente.

Nolito está apenado porque es compañero de muchos de los que se van a ir al paro pero ni un solo día se preocupó, ni temió por su empleo. Él lleva muchos años aquí y sabe que cualquier persona es prescindible. se puede seguir con un contable menos, con un abogado menos, con menos administrativos, limpiadores e incluso directivos pero Nolito sabe que no se puede prescindir del aparcacoches que abre la puerta al directivo haciéndole una reverencia.