lunes, 19 de marzo de 2012

EL ENCARGO

Al recibir la fatal noticia, Jorge se tambaleó dejándose caer sobre el mullido sillón de la sala. La encajó con incredulidad, como las anteriores, pero ya sin sorpresa. Volvió a sacar del cajón el recorte de prensa donde se publicó la fotografía en la que aparecía junto a sus compañeros de equipo y la observó durante minutos. Jamás creyó en males de ojo, ni en "meigas", ni en nada del estilo pero aquella cadena de tragedias no podía ser fruto de la casualidad sin más.

- Ha muerto otro compañero, mamá- susurró aturdido ante la atónita mirada de la madre que se acercó pasando su mano por el hombro y sin saber ya que decir.

A Jorge le resbaló una lágrima sobria por la que descargó parte de ese sentimiento de pena y miedo a partes iguales que empezaba a invadir su interior. La gota se estampó contra el pie de foto y al volver a leerlo, Jorge sonrió recordando el error de edición:
"Equipo campeón del torneo de primavera 2011".

-No ganamos mamá- masculló sollozando

-Lo sé, Jorge, lo sé- le consoló.

-Perdimos la final contra ese equipo de "mastodontes". No tuvimos ninguna opción pero nos reímos mucho cuando leímos el pie de foto al día siguiente. ¡Míralos como posan antes del partido! Cuesta creer que casi todos estén muertos un año después-

Jorge llegó al tanatorio donde le esperaban sus compañeros. Al saludarlos pensó si él dejaría entrever en su rictus la misma expresión de terror que transmitía el rostro de estos.

- Solo quedamos los tres, ¿me creéis ahora?- musitó Rubén que opinaba que alguien había practicado con ellos alguna acto de magia negra.

-Deja de decir tonterías, esas cosas no tienen sentido, además ¿por qué motivo alguien querría vernos muertos a todos? - replicó Jorge.

-Yo ya no sé que pensar, ocho compañeros muertos en menos de un año no deja de ser demasiada casualidad- contestó el portero.

Para ninguno de ellos tenía sentido ninguna explicación racional pero Jorge se negaba a creer en la teoría del mal de ojo. Cuando "El Culebras" apareció muerto al mes de disputar aquel partido reinó la consternación. Nadie podía imaginar que un chico joven pudiese suicidarse aunque muchos conocían sus problemas conyugales y económicos que se iban multiplicando por semanas. Fue aquel accidente del pesquero donde trabajaban cuatro de los integrantes de la plantilla el que dio pie a las absurdas teorías de Rubén. Después la moto de Oscar, la picadura de abeja que pilló a Toni desprevenido y lejos de su adrenalina y por último la reciente caída que causó la rotura de cuello de Juan contra algún maldito peldaño. Lo cierto es que a diferencia de los anteriores, nadie de los presentes en ese velatorio se atrevió a acercarse a los tres supervivientes durante toda la tarde.

-No hay nada que podamos hacer, somos los siguientes- dijo Rubén con desesperación.

Pronto vencería el año de plazo que el cliente había dado al "Estirnina" para llevar a cabo el encargo. A través de su página web en la que se ofrecía como exterminador de plagas volvió a teclear la contraseña que enmascaraba su verdadero oficio. El "Estirnina" fue citado de nuevo por aquel misterioso hombre del que nada necesitaba saber. Si había llegado hasta donde estaba era porque cumplía con sus encargos y nunca hacía preguntas. Una vez más se puso a disposición de su contratante del que solo recordaba aquel marcado y característico acento. Siguiendo las instrucciones, como la vez anterior, dejó la llave bajo el felpudo del piso alquilado para la ocasión, tragó la dosis de somníferos prescrita y se acostó a esperar.

Al despertar, recordó las mismas sensaciones del día de su contratación. Se encontraba sentado y atado de pies y manos, una venda le cubría los ojos y el mismo aroma a puro le invadía la garganta. Tal y como el primer día, no tardaría en escuchar aquella voz:

-Confieso que estoy decepcionado señor... ¿vitamina? me habían dicho que usted era el mejor.-

-Lo soy señor, ya le dije cuando me contrató que era un trabajo complicado y que un año no era tiempo suficiente. Pero le prometí trabajar en ello en exclusiva y calculó que en unos tres meses más estará resuelto.-contestó el "Estirnina" seguro de sí mismo.

-Le adelanté mi dinero "melanina" y me dice que en tres meses va a hacer usted lo que no logró en un año- gritó el hombre tras soltar otra bocanada de humo.

-Tiene que comprender que eran desconocidos, he tenido que hacer un seguimiento de once personas y esperar el mejor momento para hacerlo pasar por accidente como me dijo. Solo he podido acabar con ocho...-

-¿Cómo ocho? Mis fuentes me han dicho que todos los "mad...", que todos están vivos- exclamó el cliente aumentando su enfado y sin entender lo que estaba pasando.

- ¿Iba a decir "maderos"? Ninguno de ellos es policía, la tarifa hubiese sido distinta de lo contrario- Dijo sorprendido.

-¿Y por qué querría verles muertos si no? ¿De quién creías que querría vengarme de esta manera? Te dije donde encontrar su fotografía.-

-La busqué en el diario que me indicó, el equipo vencedor del torneo. La tengo todavía en el bolsillo- Un secuaz introdujo su mano en él y extendió la foto sobre la mesa.

-Estos no son los vencedores- rugió el vengador desolado mientras sacaba un revólver que estampó en la sien del asesino que no tuvo tiempo de escuchar el sonido sordo del disparo que acabó con su vida.

En ese mismo instante, un editor de diario local colocaba otra vez un pie de foto equivocado, apagaba el ordenador con prisas y se iba a casa a descansar y a disfrutar de su familia, plácidamente. Al día siguiente, alguien le recordará que se ha vuelto a equivocar y él sonreirá restándole importancia a la errata.