viernes, 10 de octubre de 2014

SOBRE EXCALIBUR

Excalibur no era sólo un ser vivo que hacía su vida sin juzgar a los demás, lo que le convierte en mejor persona que la mayoría de nosotros, era también un símbolo de la lucha inquebrantable contra la injusticia perpetua que sufren los débiles. Y su muerte, lejos de ser simplemente la ejecución gratuita de un animal indefenso, ha supuesto toda una declaración de intenciones (porque Excalibur podría no estar infectado, y eso supondría volver a tiempos inquisitoriales en los que quemábamos "brujas" por si acaso, pero podría haberlo estado, con lo que hemos perdido una oportunidad de investigación).
Su muerte ha sido la declaración de intenciones de un país instalado en el miedo, la ignorancia y el gañanismo "pre-democrático", que solo enfrenta los problemas cuando los encuentra en el quicio de su puerta y que ante ellos se ciega y trata de solucionarlos de la manera más cómoda, contundente e irracional en lugar de ver en ellos una oportunidad de aprendizaje, una posibilidad de evolución.
Con Excalibur ha muerto, por ejemplo, la esperanza de muchos investigadores patrios (su ejecución tiene mucho de patriótica, ¿no?). Ahora ya pueden estar seguros de que este país aunque los haya visto nacer no es su país, no espera nada de ellos y nada tiene que ofrecerles. Los que están fuera no volverán y los que se preparan tendrán que seguir estudiando idiomas porque en España no hay sitio para ellos. No hay medios ni ganas. No hay medios porque el presupuesto para investigación se dedica a otras cosas (tan o mucho menos importantes) o directamente se lo beben y se lo fuman los que debieran utilizarlo en beneficio de todos. Y no hay ganas porque es mucho más fácil acabar con los problemas a palos, porque todos sabemos que si amenazas a un virus de muerte los demás se asustan y se quedan en África acojonados. En África, matando "negritos" pringaos, que es donde deben estar los virus. Porque aquí sigue valiendo la famosa frase de Unamuno "¡Qué investiguen ellos!" por mucho que haya llovido.
Y una vez muerto el perro, para que se acabe la rabia solo queda insultar y criticar a quien lo defendió porque es evidente que quien está dispuesto a luchar por la vida de un perro es un ser egoísta y vago que no tiene otra cosa que hacer y que odia al resto de la humanidad y está dispuesto a sacrificarla con tal de que no le toquen un pelo a un chucho de mierda. Quien defiende a un perro no es sensible al resto de problemas de la sociedad y nunca ha participado en protestas o acciones de cualquier otro tipo con el objetivo de conseguir más derechos sociales (o últimamente de evitar que nos esquilmen los pocos que nos quedan) para todos y en defensa de todos (sí, de todos, incluidos los que les critican aunque digan que "no necesitan" ser defendidos). Sin embargo, el que ve razonable su ejecución lo hace por proteger a los demás. Como si matando a un perro fueran a evitar que el ébola se siga propagando. Como si esa ejecución supusiese la erradicación del virus. El virus está ahí, lleva muchos años ahí aunque las aldeas perdidas de Gabón parezcan estar ubicadas en otra Galaxia y va a seguir estando a no ser que se inviertan recursos públicos en su investigación porque los privados no están destinados a erradicar enfermedades sino a hacer caja con ellas. Pero siempre hay una excusa, una causa de fuerza mayor para no evolucionar. Y así con todo, y así nos va a seguir yendo.