En Nueva York coincidimos
pasando un gran sofocón
no encontramos buen jamón
en ningún bar al que fuimos.
Después hubo dos caminos;
tú aprendías alemán,
yo maldecía en catalán,
me dolía hasta dormido.
Y tú que eres mi amigo
no me trajiste ni pan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario