miércoles, 28 de abril de 2010

RUMOROLOGIA

La semana pasada, una amiga de una amiga de mi madre,le contó a mi tía abuela segunda que había estado en una peluquería. Al principio no notó nada extraño, pero, al rato, cayó en la cuenta de que no había música en el local y, poco a poco el atronador ruido de tijeras, secadores y demás aparatejos propios del centro comenzó a invadir la espera del turno hasta que el ambiente se volvió relativamente desagradable, sin más. De repente, entró una de esas señoras con aspecto de ir a la peluquería con gran frecuencia porque así lo ahorran en el bingo, y de inmediato, la dueña, de un bramido infame, la puso de patitas en la calle. Sin darse por vencida la buena mujer volvió a entrar y tras media hora de discusión y, probablemente, debido a la afonía que empezaba a asomar por aquellas furibundas gargantas, abrió su bolso, sacó la billetera y le dio a la gobernanta una cantidad indeterminada de billetes mientras gritaba: "Lo siento mucho,este año te lo pago yo, toma" y muy dignamente se sentó a esperar su turno en tanto la peluquera hacía un gesto de semiaprobación y se guardaba el dinero en el bolsillo de la bata.

Cuenta mi tía abuela, qué ardía en curiosidad por saber quien era la buena mujer pero que la amiga de la amiga de mi madre sólo supo decirle que no recordaba el nombre pero que era la madre de un famoso artista que trabajaba en una asociación que se dedicaba a sacarle los cuartos a las peluqueras o no sé que rayos,que no se había enterado muy bien.

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